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Misión de San Francisco Solano en California, USA

Nacido en Montilla, Córdoba, España, en 1549, Francisco estudió con los jesuitas y en 1569, se unió a los franciscanos. En 1576 fue ordenado sacerdote.

Francisco ejerció su ministerio en Andalucía (sur de España) por muchos años. Por su intensa caridad y ardiente deseo por la salvación de las almas, salía de su vida retirada en silencio para predicar el evangelio. Sirvió heroicamente durante la plaga del 1583 en Granada. El mismo se enfermó pero se recuperó rápidamente. Después de la epidemia, Francisco fue escogido para ir con el Padre Baltazar Navarro a Perú.

 Los misioneros cruzaron por Panamá y tomaron otro barco en el Pacífico. Cerca de Perú tuvieron una gran tormenta que llevó al barco a encallarse en un un banco de arena y parecía que se iba a desintegrar. El capitán ordenó que se abandone la nave, dejando en ella un número de esclavos negros por no haber sitio para ellos en el único bote salvavidas disponible. Francisco había estado instruyendo a los esclavos en la fe y rehusó abandonarlos por lo que se quedó con ellos. Les exhortó a confiar en la misericordia de Dios y los méritos de Jesucristo. A penas los había acabado de bautizar la nave se partió por el medio y algunos de los esclavos se ahogaron. Sobrevivieron los que estaban en la parte del barco que permaneció firmemente encallada.  Allí permanecieron tres días. Francisco los inspiró a mantener su valor y hacer señales de auxilio.

Cuando el tiempo mejoró, el bote salvavidas regresó y se los llevó a tierra firme desde donde viajaron a Lima, Perú.  Allí Francisco ejerció veinte años de incansable servicio entre los indios y los colonizadores. Todos le conocían por sus grandes milagros y por su alabanza a Dios con el don de lenguas. 

En la homilía de su funeral el padre Sabastiani, S.J., dijo que Dios había escogido al Padre Francisco para ser "la esperanza y la edificación de todo Perú, el ejemplo y gloria de Lima, el esplendor de la orden Seráfica".

Francisco nos recuerda a su padre espiritual, San Francisco de Asís. Alababa al Señor y poseía el don de lenguas. Le cantaba a la Virgen frente al altar.  Murió el 14 de julio de 1610, al momento de la consagración, mientras participaba en la Santa Misa.  Sus últimas palabras fueron: "Gloria a Dios". Toda su vida, dice Alvarez de Paz, fue un curso ininterrumpido de acción, sin embargo al mismo tiempo, de oración continua.

San francisco Solano fue canonizado en 1726.