Niños y la Eucaristía
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Cuanto mas pequeños son, mas digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado" Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero
Ciudad del Vaticano. 8 de Enero de 2005

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Resumen:
El prefecto de la Congregación para el Clero, Darío Castrillón Hoyos escribió sobre la importancia de acercar a los niños a la Eucaristía: «cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado». Permitir que los niños puedan recibir lo antes posible «a Jesús Eucarístico había sido por muchos siglos uno de los firmes cimientos de la pastoral para los más pequeños en la Iglesia»

La costumbre «fue restablecida por San Pío X en su tiempo» (San Pío X estableció que se pudiera admitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años con el Decreto «Quam Singulari», 8 de agosto de 1910), y «ha sido alabada por sus sucesores, y aún más veces por nuestro Santo Padre Juan Pablo II»

«Junto con San Pío X muchos estamos convencidos de que esta praxis de permitir a los niños la Primera Comunión desde la edad de siete años, trae a la Iglesia grandes gracias del Cielo»

«en la Iglesia primitiva, el sacramento de la Eucaristía se administraba a los recién nacidos, inmediatamente después del Bautismo, bajo las especies de pocas gotas de vino».

De la decisión de San Pío X de reducir la edad para comulgar se benefició el propio Juan Pablo II en mayo de 1929, según él mismo recuerda en su libro «¡Levantaos! ¡Vamos!» («Plaza Janés», Barcelona 2004); pero además aquel Papa «dio la posibilidad de recibir la comunión incluso antes de haber cumplido los siete años si el niño muestra tener suficiente discernimiento», añade el pontífice actual.

En este libro --cuyas citas incluye en su carta el cardenal Castrillón--, Juan Pablo II apunta también que «la Sagrada Comunión anticipada fue una decisión pastoral que merece ser recordada y alabada. Ha producido muchos frutos de santidad y de apostolado entre los niños, favoreciendo que surgieran vocaciones sacerdotales».

«Nosotros sacerdotes, llamados por Dios a custodiar el Santo Sacramento del altar en unión a nuestros obispos, podemos y debemos cuidar ante todo a los niños como a los primeros destinatarios de este don inmenso: la Eucaristía», exhorta el cardenal Castrillón.

«Creo que es una de las más grandes alegrías para el párroco aquella de escuchar la Primera Confesión de los niños, y luego, hacerles recibir la Primera Comunión; y viene espontáneamente a la mente la certeza de que cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado». «Cuando la mente del niño llega a la edad en que comienza a razonar —y hoy esta edad llega pronto— está abierta y disponible a la acogida de la luz divina, que les hace penetrar hasta dónde es posible, el misterio del amor de Dios para el hombre».

«Luego la fe se levanta sobre la razón, y esta fe —que a menudo la hemos experimentado precisamente en nuestras parroquias— es tan viva en los niños que ellos son capaces, a veces mejor que nosotros, de expresar con la oración inmediata su cercanía al Señor», alerta a los sacerdotes.

«Confiamos, por lo tanto, que esta santa costumbre, recordada por todos los últimos Papas, de hacer acercar a los niños pequeños a la Santa Eucaristía, después de haber hecho su Primera Confesión, sea cada vez más estimada y dentro de lo posible seguida, particularmente en este Año de la Eucaristía».

 

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