Selección del sexo

«si bien es comprensible la intención terapéutica cuando pretende prevenir enfermedades genéticas ligadas al sexo, no es aceptable recurrir a técnicas que, introduciendo un sistema de selección, pueden poner en peligro la vida del niño que va a nacer o manipular el acto procreador con la fecundación artificial»
-Monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida

El presidente de la Academia Pontificia para la Vida y el «experimento» aplicado en EE. UU.

Ver también: Amniocéntesis

NUEVA YORK/ROMA, 10 sep (Zenit).- Ir al médico, como si fuera un concesionario de coches, y escoger el sexo del propio hijo como la marca de un automóvil ya se ha hecho posible. Lo ha anunciado el «Genetics & IVF Institute» de Fairfax, una institución privada que se encuentra en Virginia.

El anuncio oficial tuvo lugar el 9 de septiembre, con la publicación en la revista «Human Reproduction» de los resultados de una investigación que comenzó hace cinco años. El director del proyecto se llama Edward Fugger y ha hecho saber que, de catorce embarazos provocados con la inseminación artificial, trece han dado lugar a la concepción de fetos de sexo femenino, según habían pedido sus padres. Diez de estos embarazos ya se han terminado con el nacimiento de otras tantas niñas. En estos momentos, se está aplicando otro experimento parecido con parejas que quieren tener hijos varones. Los resultados de este segundo estudio no se han concluido, pero pronto serán publicados en la publicación científica.

La técnica utilizada deriva de un procedimiento semejante al utilizado con los animales y se basa en la evaluación del material genético presente en el semen masculino. Los científicos se han dado cuenta de que los cromosomas humanos Y, de los que nacen los varones, tienen entorno a un 2,8% menos de material genético que los cromosomas X, de los que nacen las niñas. Por este motivo, han construido un instrumento que, a través del láser, es capaz de evaluar la cantidad de material presente en las diferentes células del semen, escogiendo para la inseminación las que corresponden al sexo exigido por los padres.

En el pasado, se habían experimentado otros métodos, pero no habían garantizado un resultado tan seguro como el alcanzado por el doctor Fugger. El coste de la intervención es de unos 2.500 dólares y, por el momento, sólo se ha realizado con padres de familia que ya tenían hijos y querían «balancear la familia», o a parejas portadoras de enfermedades genéticas que se transmiten casi exclusivamente a los hijos varones. Hasta ahora los padres sin hijos que querían escoger el sexo del primer bebé han quedado excluidos, pero el doctor Joseph Schulman, director del instituto de Fairfax, ha dicho que en el futuro también ellos podrían ser aceptados.

Monseñor Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, revela: «No es la primera vez que se trata de predeterminar el sexo del niño que va a nacer a través de la selección del semen y de la sucesiva fecundación artificial con el objetivo de prevenir enfermedades hereditarias o de satisfacer un deseo de los padres. Ahora bien --considera el director de Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Roma--, se trata de una práctica que presenta numerosos interrogantes éticos en relación tanto con las finalidades perseguidas como con las técnicas utilizadas».

Para Sgreccia «si bien es comprensible la intención terapéutica cuando pretende prevenir enfermedades genéticas ligadas al sexo, no es aceptable recurrir a técnicas que, introduciendo un sistema de selección, pueden poner en peligro la vida del niño que va a nacer o manipular el acto procreador con la fecundación artificial»

-Zenit ZE980910-1

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