¿QUE ESTA PERMITIDO EN LA RELACION MATRIMONIAL?
Padre Jordi Rivero

Ver también:
Amor conyugal
 a la luz de la encíclica Humanae Vitae, Mons. Charles Chaput
Sexualidad


Para entender lo que está permitido en las relaciones conyugales es necesario primero apreciar que estas relaciones se ubican dentro de un gran y amoroso plan de Dios. El plan de Dios sigue vigente aunque pocos lo obedezcan. Es posible vivirlo porque Dios da la gracia. Al entender y respetar el valor cristiano de la sexualidad, el matrimonio es capaz de expresar un amor auténtico que les llevará a la deseada felicidad.

Las relaciones conyugales tienen dos fines: El amor unitivo del matrimonio y la procreación de los hijos (apertura a la vida).

Amor unitivo
El amor requiere del matrimonio fidelidad y permanencia. Las relaciones sexuales constituyen un lenguaje con el que la pareja se dice mutuamente: "yo te amo incondicionalmente, fielmente, para siempre y con todo mi ser. Estoy comprometido/a a formar contigo una familia". En ese contexto, es normal y bueno que dentro de la relación conyugal hayan muestras del amor que los une y les hace felices de estar juntos. Estas muestras de amor son muy diversas e íntimas, son un don de Dios y del cónyuge. 

Pero lamentablemente nuestra cultura le da mas valor al placer sexual que a los compromisos del amor conyugal. Esto provoca que muchos se crean fantasías y obsesiones sexuales y buscan a su conyugue para satisfacerlas. Entonces falta la honestidad y la pureza de intención. Ya no es en verdad una expresión de amor sino que se utiliza al cónyuge grosera y egoístamente. En vez de relacionarse como esposos que se aman, se busca al otro como objeto de placer. Entonces, si no se produce el placer anticipado se aumenta la explotación... se utilizan videos, libros eróticos, artefactos...  También hay quienes recurren a fantasías en las que se quiere incluir a otras personas en la intimidad matrimonial. Sea en la forma que sea, aunque de pensamiento, si es consentido, constituye una forma de adulterio que es un grave pecado contra Dios y contra el amor conyugal cristiano. Nadie tiene derecho de imponer semejantes aberraciones a su cónyuge. Son denigrantes e indignas de personas que se aman. Estos comportamientos no se deben jamás aceptar. Si se permite una vez o en alguna forma, se abre el camino para que se arraigue el vicio y después será mas difícil detenerlo. Para evitar estas cosas es necesario continuamente cultivar y proteger la visión cristiana del matrimonio y evitar las tentaciones que el ambiente presenta.

Debo de aclarar que no es el placer lo que es malo sino el anteponerlo al amor. Como la carne tiende fuertemente a irse tras el placer, esta tendencia solo se vence cuando se entrena el corazón, renunciando las impurezas y dedicándose al servicio generoso.  De lo contrario, los apetitos carnales van tomando fuerza y se imponen. La capacidad de amar se va reduciendo proporcionalmente.

A quien me diga que se siente dominado por el placer le recomiendo que busque un encuentro con Cristo ya que solo El puede sanarle. Hace falta la conversión del corazón. Que haga un retiro espiritual. Si esta casado necesita además redescubrir el amor hacia su esposa. Un amor que se exprese en todo momento, no solo cuando se la desea. El amor se fundamenta en Cristo. Hay que olvidarse de si mismo para darse y servir. El Señor se encargará de llenarlos a los dos de felicidad en esa entrega.

Procreación de los hijos
La apertura a la vida es contraria al uso de anticonceptivos
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RELACIONES  CONYUGALES  PASADA  LA  EDAD  DE PROCREAR

 ¿Considerando que la procreación es la finalidad de las relaciones en el matrimonio, son estas válidas cuando se ha pasado la edad de procrear o cuando uno de los cónyuges no puede tener hijos por razones médicas? 

Respuesta:
Primero aclaremos que el matrimonio no solo tiene la finalidad de procreación sino dos finalidades inseparables: la unitiva
(amor entre los conyugues) y la procreadora. Los esposos deben estar abiertos a tener hijos, pero si no pueden ya concebir por su edad u otras causas ajenas a su voluntad, pueden igualmente mantener relaciones maritales unidos en el amor.

El papa Pablo VI lo aclaró en la encíclica Humanae Vitae:  “Los actos por los cuales un esposo y una esposa están unidos en una intimidad casta, y por medio de los cuales se trasmite la vida, son, como recordó el Segundo Concilio Vaticano, “nobles y válidos”; y no dejan de serlo si, por causas ajenas a la voluntad de los cónyuges, resultan infecundos, dado que siempre están encaminados a expresar y consolidar su unión” (11).

  

 

 

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