NUESTRA SE�ORA DE LAS VICTORIAS

En esta parroquia de Par�s se promovi� por inspiraci�n divina la consagraci�n al Inmaculado Coraz�n de Mar�a  (1836)
Sitio oficial: www.notredamedesvictoires.com

Aqu� se inaugur� la adoraci�n nocturna al Sant�simo Sacramento el 6 de diciembre de 1848.

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Nuestra Se�ora de la Victoria y otras apariciones:
Nuestra Se�ora de la oraci�n aparece junto a una estatua de Nra. Sra. de las Victorias


Introducci�n

De los tres eventos marianos ocurridos en Par�s al principio del siglo 19, en los que Dios habl� sobre el Inmaculado Coraz�n de Mar�a, el segundo fue el mas expl�cito en su referencia a ese Coraz�n. (El primero siendo la aparici�n de la Virgen a Santa Catalina Labour� en Rue du Bac en la que pidi� la Medalla Milagrosa y el tercero, el Escapulario Verde).

Este segundo evento ocurri� en 1836, en la Parroquia de Nuestra Se�ora de las Victorias de Par�s. Como resultado de este hecho, la parroquia se convirti� en un gran centro de devoci�n mariana para los franceses.

Historia de la iglesia de Nuestra Se�ora de las Victorias

Para apreciar el significado del evento ocurrido en 1836 en esta iglesia, es necesario entender su historia.

En Diciembre de 1629 fue puesta la primera piedra de la iglesia conventual de los padres Agustinos, llamados "Los Padrecitos", a la cual Luis XIII, que financiaba los trabajos, le puso el nombre de "Nuestra Se�ora de las Victorias", en reconocimiento a la Virgen por sus recientes victorias que garantizaron la unidad de su reino. 

Uno de los hermanos legos del convento, el hermano Fiacre, oraba ante Nuestra Se�ora por el nacimiento del heredero al trono, esperado hac�a 15 a�os: Louis Diedonn�, futuro Luis XIV.

Pero Dios ten�a mayores designios y se vali� de aquello para demostrar a los hombres otras victorias mucho mas importantes y definitivas para toda la humanidad que se lograr�n por intercesi�n de su madre. La Virgen quer�a aquel lugar para atraer hacia Dios a sus hijos dispersos por el pecado y sus consecuencias, que son las guerras y el ateismo. El mismo hermano Fiacre, a su regreso de una peregrinaci�n a Savona (Italia), comenz� a invocar a Nuestra Se�ora de las Victorias bajo el vocablo "Refugio de los Pecadores". 

Durante la Revoluci�n Francesa, cuando se extendi� el terror por toda Francia, los padres Agustinos fueron expulsados de su convento y en su iglesia instalaron la bolsa de valores. Las cosas cambiaron cuando Napole�n quiso, por intereses pol�ticos, aparentar ser amigo de la Iglesia, de modo que entre 1800 y 1809 la iglesia pudo ser erigida en parroquia. Pero, como estaba en un barrio de negocios y la revoluci�n hab�a causado un gran abandono de la fe, hab�an muy pocos feligreses. Los esfuerzos humanos no lograban mejorar las cosas. Hab�a una iglesia abierta pero los corazones estaban muy lejos de Dios. 

As� eran las cosas cuando el 27 de agosto de 1832, el Padre Carlos El�onor des Genettes fue instalado como p�rroco de Nuestra Se�ora de la Victorias. La Iglesia estaba abandonada y pobre. El estado espiritual de la parroquia era tan decadente que el domingo siguiente a su asignaci�n como p�rroco, el sacerdote pudo contar como asistencia solamente a 4 personas adem�s del coro, y durante todo el a�o de 1835, solamente 720 comuniones fueron distribuidas.

Por cuatro a�os y medio, el p�rroco soport� la tortura espiritual de ver todos sus esfuerzos y trabajos no dar fruto. Empez� a deprimirse por la esterilidad de su ministerio y por la aparente desesperanza de su situaci�n. As� se encontraba el sacerdote cuando el 3 de diciembre de 1836, mientras celebraba la Santa Misa en el altar de la iglesia de Nuestra Se�ora, hizo las oraciones de la liturgia de la �poca. Pronunci� las palabras: �Judica me�, sinti� una gran conmoci�n interior. ��J�zgame, oh Se�or!"

Si el Se�or fuera a juzgarlo, �c�mo lo encontrar�a? �Quiz�s como un fracasado?. "�Ha habido un sacerdote tan est�ril en su ministerio como yo?" -Se pregunt� interiormente.

Este pensamiento, que muchas veces vino a su mente, en ese momento se convirti� como en una espada que traspasaba su coraz�n. No pod�a pensar en nada mas que en esto, hasta el punto que no pudo concentrarse en las restantes oraciones de la Misa. Concluy� que lo mejor era presentar su renuncia como p�rroco.

Cuando comenz� la Oraci�n Eucar�stica, hizo un esfuerzo supremo para recogerse y concentrarse en el momento sublime de la Consagraci�n. Sin embargo, se sinti� mas perturbado que nunca. Suplic� al Se�or que lo librara de las distracciones para ofrecer el Santo Sacrificio en un estado digno. Fue entonces cuando escuch� muy claramente unas palabras que se le pronunciaron con gran solemnidad: "Consagra tu parroquia al Sant�simo e Inmaculado Coraz�n de Mar�a".

Estas palabras resonaron en su coraz�n, e inmediatamente experiment� una gran paz interior, desapareciendo la obsesi�n de pensamiento que hab�a tenido unos minutos antes. En la conclusi�n de la Misa y durante el tiempo de acci�n de gracias, repasaba en su mente todo lo que hab�a ocurrido. Se dijo a si mismo que todo hab�a sido una fantas�a, producto de su imaginaci�n. Pero cuando se iba a levantar de su silla para terminar la celebraci�n de la Santa Misa, volvi� a escuchar las palabras que antes oy�: "Consagra tu parroquia al Sant�simo e Inmaculado Coraz�n de Mar�a".  Cay� de rodillas ante esas palabras que ya hab�a escuchado previamente. Pero todav�a ten�a temor de aceptarlas como aut�nticas, pues pens� que fueran el resultado de una ilusi�n. Trat� de ignorarlas, de olvidarse de ellas, pero segu�an viniendo a su mente con mas intensidad. Finalmente, para alcanzar su paz interior mas que por creer que habr�a alg�n resultado para su parroquia, decidi� responder a la petici�n que hab�a escuchado dos veces. 

Ya que hab�a resuelto obedecer a la voz, el pastor decidi� entrar de lleno en el esp�ritu de esa petici�n. Era evidente que el prop�sito de dicha consagraci�n de su parroquia al Inmaculado Coraz�n era motivar a los parroquianos a orar al Inmaculado Coraz�n y frecuentemente recurrir a la protecci�n y cuidado maternal de la Sant�sima Virgen. Pens� que la mejor forma de llevar esto a cabo era establecer una asociaci�n religiosa con oraciones espec�ficas, reuniones y normas.

En ocho d�as el Padre Genettes ten�a escritos y aprobados por el Arzobispo de Par�s los estatutos para la asociaci�n. El domingo 11 de diciembre anunci� desde el p�lpito que empezar�an esa misma tarde unas devociones y oraciones para pedir al Se�or, a trav�s de la intercesi�n del Inmaculado Coraz�n de Mar�a, la conversi�n de los pecadores.

Ya que solo diez hombres hab�an asistido a la Misa y o�do el anuncio, el sacerdote no esperaba que llegaran muchas personas esa tarde. Sin embargo, la Virgen Mar�a empez� a mostrar su plan cuando, despu�s de la Misa, dos hombres que casi nunca asist�an a Misa, se acercaron al P. Genettes y pidieron el sacramento de la confesi�n. A las siete de la tarde, la hora anunciada para empezar las devociones al Inmaculado Coraz�n, de cuatrocientas a quinientas personas se hicieron presente en la iglesia. Todos estaban estupefactos, no pod�an creer el gran n�mero de personas que hab�an asistido.... por a�os no se hab�a visto en esa parroquia mas de diez personas.

Al principio del servicio de oraci�n, estaban un poco indiferentes, pero mientras avanzaban las devociones, sus corazones se fueron gradualmente derritiendo bajo el calor maternal del Coraz�n de Mar�a. Ya para el final, todos un�an sus voces en el canto de las Letan�as de Nuestra Se�ora y las Alabanzas Divinas ante el Sant�simo Sacramento. Salieron decididos a volver a la iglesia y participar de estas devociones que hab�an reanimado su fe y devuelto la paz y el gozo.

Una se�al de la Virgen

El p�rroco, P. Genettes, estaba sobrecogido de emoci�n, sin embargo, no estaba plenamente convencido que este camino, trazado por el mismo Se�or que lo dirig�a hacia el Coraz�n de Mar�a, tendr�a todo el resultado esperado. El padre pidi� a la Virgen Sant�sima una se�al, la conversi�n del se�or Joly, quien hab�a sido el �ltimo ministro de Luis XVI. En su juventud este hombre hab�a aceptado doctrinas anticlericales y prejuicios contra la Iglesia. Ahora ten�a ochenta a�os, estaba ciego y muy enfermo y por mucho tiempo hab�a renunciado a practicar ninguna religi�n. El padre hab�a tratado muchas veces de acercarse al se�or Joly sin �xito.

El 12 de diciembre, el Padre des Genettes regres� a casa del se�or Joly y toc� la puerta. Los empleados no quer�an dejarle pasar, pero �ste insisti� de nuevo y por fin pudo llegar donde el anciano. No hab�an cruzado mas que unas cuantas palabras corteses cuando el se�or Joly pidi� al padre que lo bendijera. Movido profundamente, el sacerdote lo bendijo, y en ese momento el anciano exclam�: "�Su visita me est� haciendo tanto bien, padre! No le puedo ver, pero siento su presencia. Desde que entr� a mi cuarto sent� una paz, calma interior y felicidad que nunca antes hab�a experimentado". Entonces el padre, al ver la disposici�n tan extraordinaria que ten�a el se�or Joly, le pregunt� si quer�a confesarse, a lo cual contest� inmediatamente que s�.

El Padre des Genettes hab�a pedido una se�al y la hab�a recibido claramente. Ahora, ya estaba convencido de que estaba haciendo la voluntad de Dios y que ten�a una misi�n aut�ntica que cumplir. Encontrar�a muchos obst�culos, como todas las obras de Dios, pero la Asociaci�n inmediatamente, floreci�. En diez d�as, 214 personas se hicieron miembros.

La Asociaci�n continu� gradualmente creciendo y se extendi� por toda la ciudad de Par�s, luego por toda Francia y mas tarde por el mundo entero. Para la primavera de 1838, la extraordinaria historia de la Asociaci�n la cual hab�a sido muy instrumental en obtener conversiones grandes, milagros e innumerables gracias, lleg� a la atenci�n del Supremo Pont�fice. Impresionado por la idea de la Asociaci�n y del maravilloso �xito que hab�a adquirido, Gregorio XVI emiti� un informe erigiendo perpetuamente en la Iglesia de Nuestra Se�ora de las Victorias, la Archicofrad�a del Sant�simo e Inmaculado Coraz�n de Mar�a, para la conversi�n de los pecadores. La humilde y peque�a asociaci�n, que comenz� como el medio para levantar una parroquia pobre, se convirti� en una organizaci�n espiritual mundial, reconocida oficialmente y con sede en Par�s. Pronto tendr�a miembros afiliados por todo el mundo.

Igual que la Medalla Milagrosa, a trav�s de la aprobaci�n Papal, Nuestra Se�ora de las Victorias con la fundaci�n oficial de su Archicofrad�a, alcanz� un empuje global que la convirti� en la gran precursora de F�tima, aparici�n que ser�a un foco luminoso para promover la devoci�n al Inmaculado Coraz�n por todo el mundo.

Ya que los grandes �xitos de esta organizaci�n son ante todo espirituales, es muy dif�cil tener una cuenta exacta de ellos. Sin embargo son evidentes los frutos que se dieron en la parroquia donde la Consagraci�n y la Archicofrad�a se iniciaron. Solamente en dos a�os las comuniones que se distribuyeron crecieron de 720 en 1835 a 8,550 en 1837, y 12,500 en 1938. Para este mismo a�o, la Archicofrad�a ten�a 7,892 miembros.

La conversi�n tan extraordinaria que hubo en la Parroquia de Nuestra Se�ora de las Victorias a trav�s de la Consagraci�n al Inmaculado Coraz�n, y el r�pido crecimiento de la Archicofrad�a del Sant�simo e Inmaculado Coraz�n de Mar�a para la conversi�n de los pecadores, fue la segunda manifestaci�n mariana despu�s de Rue du Bac, dentro de todo un plan divino para promover la devoci�n al Inmaculado Coraz�n de Mar�a que continuar�a desarroll�ndose a trav�s de los a�os.

Abundantes gracias

Testigo de las numerosas gracias concedidas por la Virgen son son los ex-votos en las paredes de la iglesia.  

Milagrosa curaci�n de Santa Teresita
Sta. Teresa de Lisieux, en 1883, cuando ten�a a penas 10 a�os, estaba a punto de morir. Su padre envi� una donaci�n a la Nuestra Se�ora de las Victorias para que hicieran una novena de misas por su salud. A Nuestra Se�ora de las Victorias es a quien Sta. Teresa atribuy�, lo que llam� "el milagro" de su curaci�n.

Influencia de esta parroquia en la vida de San Antonio M. Claret

En los planes providenciales del Se�or, esta parroquia impresionar� tanto a San Antonio Mar�a Claret, que decide cambiar el nombre del instituto secular que hab�a fundado a "Las Hijas del Santo e Inmaculado Coraz�n de Mar�a." Luego, �l hace que la consagraci�n a Mar�a sea una parte esencial de la ceremonia de entrada a su congregaci�n de misioneros.

Para San Antonio, la consagraci�n a Mar�a ten�a definitivamente un car�cter apost�lico. "el misterio de Mar�a Inmaculada, como lo ve San Antonio, no es tanto un misterio de belleza, como un misterio de poder. Al igual que el demonio hace da�o al "tal�n" a trav�s de los maliciosos, la Virgen Sant�sima tambi�n hace uso de ap�stoles a quienes ella ha escogido y los cuales ha formado especialmente para combatirlo".

Esta noci�n de consagraci�n mariana, como forma de equiparnos como soldados de Cristo en batalla contra los poderes del infierno, se hace cada vez mas patente en el Siglo XX.  Una figura sobresaliente de esta realidad lo encontramos en San Maximiliano Kolbe, fundador de la Militia Immaculata. 

Entre la multitud de peregrinos a Nuestra Se�ora de la Victoria se encuentran San Juan Bosco, los hermanos Ratisbone y Ana-Mar�a Javouhey.

Nuestra Se�ora de las Victorias fue eregida como bas�lica en 1927 y contin�a acogiendo a todos los que vienen a los pies de la Virgen para consagrarse a su Inmaculado Coraz�n. Hemos sido testigos de estas gracias al llevar dos peregrinaciones de 100 personas cada una para all� renovar nuestra consagraci�n al Inmaculado Coraz�n. 

Fuimos acogidos por hnas. Benedictinas del Sagrado Coraz�n de Montmatre. Diariamente se celebra la Santa Misa, el oficio divino, el Santo Rosario. La Virgen contin�a derramando las gracias del cielo. Ella es refugio y fortaleza de todos y nos ayuda en el camino de la conversi�n del coraz�n. 

Consagraci�n a la Virgen

Coraz�n Inmaculado de Mar�a
Refugio de los pecadores,
Madre del Buen Consejo,
Ven en nuestra ayuda.

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Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus. Amen