Del hombre bueno y pacífico.
Por Tomás de Kempis (Imitación de Cristo, Libro II, Cap. 2-3)

-No te importe mucho quién está por ti o contra ti, sino busca y procura que esté Dios contigo en todo lo que haces.
-Ten buena conciencia y Dios te defenderá.
-Al que Dios quiere ayudar lo le podrá dañar la malicia de alguno.
-Si sabes callar y sufrir, sin duda verás el favor de Dios.
-Él sabe el tiempo y el modo de librarte, y por eso te debes ofrecer a Él.
-A Dios pertenece ayudar y librar de toda confusión.
-Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan.
-Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros y sin dificultad satisface a los que lo odian. Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento lo levanta a gran honra.
-Al humilde descubre sus secretos y lo atrae dulcemente a sí y lo convida.
-El humilde, recibida la afrenta, está en paz, porque está en Dios y no en el mundo.
-No pienses haber aprovechado algo, si no te estimas por el más inferior a todos.

-Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros.
-El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.
-El hombre apasionado, aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo.
-El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a la buena parte.
-El que está en buena paz, de ninguno sospecha.
-El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni él sosiega, ni deja descansar a los otros.
-Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría.
-Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.
-Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.

-Tú sabes excusar y disimular muy bien tus faltas, y no quieres oír las disculpas ajenas.
-Más justo sería que te acusases a ti, y excusases a tu hermano.
-Sufre a los otros si quieres que te sufran.
-Mira cuán lejos estás aún de la verdadera caridad y humildad, la cual no sabe desdeñar y airarse sino contra sí.
-No es mucho conversar con los buenos y mansos, pues esto a todos da gusto naturalmente; y cada uno de buena gana tiene paz, y ama a los que concuerdan con él.
-Pero poder vivir en paz con los duros, perversos y mal acondicionados, y con quien nos contradice, grande gracia es, y acción varonil y loable.

-Hay algunos que tienen paz consigo, y también con los otros.
-Otros hay que ni la tienen consigo, ni la dejan tener a los demás: molestos para los otros, lo son más para sí mismos.
-Y hay otros que tienen paz consigo, y trabajan en reducir a paz a los otros.
-Pues toda nuestra paz en esta miserable vida, está puesta más en el sufrimiento humilde, que en dejar de sentir contrariedades.
-El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Este es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del cielo.

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Et Maria Mater ejus. Amen