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En Prosperidad y Adversidad somos de Cristo

San Pablos escribe: Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. -Romanos 8,28

Cuando San pablo dice “todas las cosas” incluye las buenas y las malas. 

En II Corintios 6:7-10 el apóstol habla figurativamente de las cosas afortunadas (honor y buena reputación, alegrías, etc.) como “armas de la mano derecha”.  Y de las adversidades (deshonor, mala reputación, penas, etc.), como “armas para la mano izquierda”. 

Pablo enseña que podemos sacar provecho espiritual de ambas, la prosperidad y la adversidad. Debemos luchar en la batalla espiritual con las dos manos.

La prosperidad presenta un mayor reto espiritual ya que fácilmente nos ata a los bienes temporales y alimenta la vanidad. Su poder seductor es difícil detectar a tiempo y mientras tanto corroe el amor. El peligro de las adversidades está en no saber aprovecharlas uniéndonos a los sufrimientos de Cristo. 

Para Pablo, como todo hombre, el conocía el poder seductor y de la prosperidad y el apego que producen los bienes temporales. Conocía también la aversión natural a las adversidades que llevan al hombre viejo a ser dominado por el miedo y la desconfianza en Dios. Pero Pablo había sido transformado por Cristo en un hombre nuevo. Poesía la fuerza de Cristo para abrazar la cruz y vencer en toda situación.

Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Romanos 8:18

Dios no le quitó las pruebas sino que le capacitó para utilizar tanto las armas de la mano derecha como las de la mano izquierda. Toda oportunidad era para el de provecho al servicio de Cristo. Solo temía apartarse de El. 

Hasta el presente, pasamos hambre, sed, desnudez. Somos abofeteados, y andamos errantes. Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. Si nos difaman, respondemos con bondad. Hemos venido a ser, hasta ahora, como la basura del mundo y el desecho de todos. I Corintios 4:11-13

Trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase? Si hay que gloriarse, en mi flaqueza me gloriaré. II Corintios 11:27-30

Ser “ambidiestros espiritualmente” no es un lujo para unos pocos. Es el deseo de Dios que todos utilicemos las armas del Espíritu que hemos recibido para actuar como cristianos tanto en la prosperidad como en la adversidad. Cristo murió en la cruz para darnos esta gracia como se la dio a San Pablo y a todos los santos. Hoy pocos conocen este poder espiritual y es necesario redescubrirlo.

¿Cómo? Si en vez de caer en los apegos y la vanidad con las fortunas de la mano derecha, o caer en resentimiento y desesperación cuando el Señor nos pone a prueba con las adversidades de la mano izquierda, ejercemos en ambas circunstancias nuestra fe y humildad. Para lograrlo debemos poner toda nuestra atención en Jesús, permitiéndole reinar sobre nuestros pensamientos y corazón; poniendo toda nuestra confianza en El.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Romanos 8:35-37

SCTJM
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Amor meus crucifixus est