Libertad

"Cuando la libertad no tiene propósito, cuando no desea desea conocer nada sobre la ley inscrita en los corazones de los hombres y las mujeres, cuando no escucha la voz de la conciencia, se torna contra la humanidad y la sociedad" -Juan Pablo II

"La libertad encuentra su sentido en el amor"
S.S. Benedicto XVI, 1 de julio de 2007

Las lecturas bíblicas de la misa de este domingo nos invitan a meditar en un tema fascinante, que se puede resumir así: libertad y seguimiento de Cristo. El evangelista Lucas narra que «cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo,  En la expresión «decididamente» podemos entrever la libertad de Cristo. Él sabe que en Jerusalén le espera la muerte en la cruz, pero obedeciendo a la voluntad del Padre se ofrece por amor.

En esta obediencia al Padre Jesús realiza su propia libertad, opción motivada conscientemente por el amor. ¿Quién puede ser más libre que Él, que es omnipotente? Él no vivió su libertad como albedrío o dominio. La vivió como servicio. De este modo, «llenó» de contenido la libertad, que de otro modo se hubiera convertido en una posibilidad «vacía» de hacer no de no hacer algo.

Al igual que la vida del hombre, la libertad encuentra su sentido en el amor. ¿Quién es el más libre? ¿Quien se ahorra todas sus posibilidades por miedo de perderlas o quien se entrega “decididamente” al servicio y de este modo se descubre lleno de vida por el amor que ha entregado y recibido?

El apóstol Pablo, escribiendo a los cristianos de Galacia, en la actual Turquía, dice: «hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros» (Gálatas 5, 13).

Vivir según la carne significa seguir la tendencia egoísta de la naturaleza humana. Vivir según el Espíritu, por el contrario, es dejar que las intenciones y obras sean guiadas por el amor de Dios, que Cristo nos ha dado.

La libertad cristiana, por tanto, no es ni mucho menos albedrío; es seguimiento de Cristo en el don de sí hasta el sacrificio de la cruz. Puede parecer una paradoja, pero el Señor vivió la cumbre de su libertad en la cruz, como cumbre del amor. Cuando en el Calvario le gritaban: «Si eres el Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!», él demostró su libertad de Hijo quedándose precisamente en ese patíbulo para cumplir hasta el final con la voluntad misericordiosa del Padre.

Esta experiencia la han compartido otros muchos testigos de la verdad: hombres y mujeres que han demostrado ser libres incluso en la celda de una cárcel o bajo las amenazas de la tortura. «La verdad os hará libres». Quien pertenece a la verdad nunca será esclavo de ningún poder, sino que sabrá siempre hacerse libremente siervo de los hermanos.

Contemplemos a María santísima. Humilde esclava del Señor, la Virgen es modelo de persona espiritual, plenamente libre, pues es inmaculada, inmune al pecado y totalmente santa, entregada al servicio de Dios y del prójimo. Que con su materna atención nos ayude a seguir a Jesús para conocer la verdad y vivir la libertad en el amor.   

LIBERTAD Y VERDAD
-Benedicto XVI, vuelo a JMJ, 2011


Naturalmente es verdad que en la historia se han dado también abusos, tanto del concepto de verdad como del concepto de monoteísmo. Se han dado abusos, pero la realidad es totalmente diferente, pues la verdad sólo es accesible en la libertad. Se pueden imponer con la violencia los comportamientos, las observancias, actividades, per no la verdad. La verdad se abre sólo al consentimiento libre y, por este motivo, libertad y verdad están íntimamente unidas, una es condición de la otra. Por lo demás, buscamos la verdad, los valores auténticos, que dan vida al futuro. Sin duda, no queremos la mentira, no queremos el positivismo de normas impuestas con una cierta fuerza. Sólo los auténticos valores llevan al futuro y es necesario por tanto buscar los valores auténticos y no dejarlos al arbitrio de algunos, no dejar que se imponga una razón positivista que nos dice que no hay una verdad racional sobre los problemas éticos y los grandes problemas del hombre. Esto significa exponer el hombre al arbitrio de cuantos tienen el poder. Tenemos que ponernos siempre en búsqueda de la verdad, de los valores, tenemos derechos humanos fundamentales. Los derechos fundamentales son conocidos y reconocidos, y precisamente esto nos pone en diálogo el uno con el otro. La verdad como tal es dialogante, pues busca conocer mejor, comprender mejor, y lo hace en diálogo con los demás. De este modo, buscar la verdad y la dignidad del hombre es la mejor defensa de la libertad.

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Laudetur Jesus Christus.
Et Maria Mater ejus. Amen