Esperanza
Etim. Latín: spes

Ver también: Virtudes teologales | "esperanza" bajo el Primer Mandamiento
Perseveremos en la esperanza -homilía del siglo II
Spes salvi -Salvados en la esperanza, encíclica de Benedicto XVI y comentarios


"La esperanza verdadera y cierta está fundada en la fe en Dios Amor, Padre misericordioso" -Benedicto XVI

La esperanza es una virtud teológica infusa, recibida en el bautismo junto con la gracia santificante. Tiene como objeto primario la posesión de Dios. Por la esperanza deseamos la vida eterna, es decir la visión de Dios en el cielo. Es por lo tanto operante en la voluntad. La esperanza nos da confianza de recibir la gracia necesaria para llegar al cielo. El fundamento de la esperanza esta en la omnipotencia de Dios, Su bondad y Su fidelidad a Sus promesas. La virtud de la esperanza es necesaria para la salvación. 

La esperanza es el deseo confiado de obtener un bien futuro que es difícil de obtener. Reconoce la dificultad pero no pierde la confianza de que lo deseado se va a obtener. Por lo tanto, implica búsqueda y esfuerzo para vencer cualquier obstáculo. Diferente al temor, la esperanza no retrocede ante los sufrimientos. Es lo opuesto a desesperanza.

Actos de esperanza son necesarios para la salvación y son mandados por Dios a todos los que tienen uso de razón.  

Debemos confiar que Dios nos da todas las gracias necesarias para servirlo fielmente y llevarnos a la vida eterna. Entonces debemos colaborar plenamente con El.

El que tiene la virtud de la esperanza no hace un mal con el fin de lograr un bien sino que se somete confiado, como Jesús, al camino trazado por Dios. Confía todo en Dios.

Pecados contra la esperanza:
-La desesperación
, que es rehusar deliberadamente la confianza de que Dios es capaz de salvarnos.
-La presunción, que es pretender que uno puede lograr la salvación sin la ayuda de Dios, sin buscar esta ayuda mediante la oración o pretender que la salvación se obtendrá sin nuestra cooperación. Es decir "ya estoy salvado" y no reconocer que podemos perdernos si no somos obedientes a Dios.


Benedicto XVI sobre la esperanza :

"En su carta a los Efesios, San Pablo les recuerda que, antes de abrazar la fe en Cristo, se hallaban "sin esperanza y sin Dios en este mundo". Esta expresión es más que nunca actual para el paganismo de nuestros días: podemos relacionarla en particular con el nihilismo contemporáneo, que corroe la esperanza en el corazón del hombre, induciéndolo a pensar que dentro de él y a su alrededor reina la nada: nada antes del nacimiento, nada después la muerte. En realidad, si falta Dios, desaparece la esperanza".

"Lo que está en juego es la relación entre la existencia aquí y ahora y lo que denominamos "más allá", que no es un lugar donde terminaremos después de la muerte, sino la realidad de Dios, la plenitud de la vida a la cual tiende todo ser humano. A esta aspiración del ser humano, Dios ha respondido en Cristo con el don de la esperanza".

"El hombre es la única criatura libre de decir sí o no a la eternidad, es decir, a Dios. El ser humano puede apagar en sí mismo la esperanza eliminando Dios de la propia vida. (...) Dios conoce el corazón del hombre. Sabe que quien lo rechaza no ha conocido su verdadero rostro, y por eso no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde peregrino en búsqueda de acogida. Por este motivo el Señor concede un nuevo tiempo a la humanidad: ¡para que todos puedan llegar a conocerlo!".

"Dios nos ama y justamente por esto espera que volvamos a Él, que abramos el corazón a su amor, que pongamos nuestra mano en la suya y que recordemos que somos sus hijos. Esta espera de Dios precede siempre a nuestra esperanza, exactamente como su amor nos alcanza siempre en primer lugar".

"Toda persona está llamada a esperar, correspondiendo a la expectativa que Dios tiene sobre él"

"En el corazón del ser humano está escrita indeleblemente la esperanza, porque Dios nuestro Padre es vida, y hemos sido creados para la vida eterna y bienaventurada"

Fuente: VIS 071203 (600)
 

siervas_logo_color.jpg (14049 bytes)
Regreso a la página principal
www.catolico.org
Amor meus crucifixus est
Copyright © 1998