ECOLOGIA - NATURALEZA - MEDIOAMBIENTE

Santa Sede en la ONU: «La crisis medioambiental es un desafío moral», 2007
compromiso por evitar la catástrofe ecológica, JPII, 2001
Paz con Dios Creador, Paz con toda la creación, JPII, 1989

Ver también Población

Administrar con justicia los recursos
"Un objetivo compartido por todos, condición indispensable para la paz, es el de administrar con justicia y sabiduría los recursos naturales de la Tierra".  “Resulta indispensable un cambio de mentalidad efectivo, que lleve a todos a adoptar nuevos estilos de vida” (cfr. Mensaje n.11). En realidad, todos somos responsables de la protección y del cuidado de lo creado. Por ello, también en este campo, es fundamental la educación: para aprender a respetar la naturaleza; orientarse cada vez más “a construir la paz a partir de opciones de gran calado en el ámbito personal, familiar, comunitario y político”  Benedicto XVI, 1-I- 2009

Relación entre dimensión religiosa y ecología, Benedicto XVI
Hoy como nunca se ha de ayudar a las personas a que sepan ver en la creación algo más que una simple fuente de riqueza o de explotación en manos del hombre.

Cuando Dios, con la creación, ha dado al hombre las llaves de la tierra, espera de él que sepa usar de este gran don haciéndolo fructificar de modo responsable y respetuoso.  El ser humano descubre el valor intrínseco de la naturaleza si aprende a verla como lo que es en realidad, expresión de un proyecto de amor y de verdad que nos habla del Creador y de su amor a la humanidad, y que encontrará su plenitud en Cristo, al final de los tiempos. En este sentido, es oportuno recordar una vez más la estrecha relación que existe entre el cuidado del medio ambiente y el respeto a las exigencias éticas de la naturaleza humana, ya que cuando se respeta la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. /10 Sept, 2009


El compromiso por evitar la catástrofe ecológica
Audiencia General, Juan Pablo II.
17 de enero de 2001

1. En el himno de alabanza que acabamos de proclamar (Sal 148, 1-5), el Salmista convoca a todas las criaturas, llamándolas por su nombre. En las alturas se asoman ángeles, sol, luna, estrellas y cielos; en la tierra se mueven veintidós criaturas, tantas cuantas son las letras del alfabeto hebreo, para indicar plenitud y totalidad. El fiel es como "el pastor del ser", es decir, aquel que conduce a Dios todos los seres, invitándolos a entonar un "aleluya" de alabanza. El salmo nos introduce en una especie de templo cósmico que tiene por ábside los cielos y por naves las regiones del mundo, y en cuyo interior canta a Dios el coro de las criaturas.

Esta visión podría ser, por un lado, la representación de un paraíso perdido y, por otro, la del paraíso prometido. Por eso el horizonte de un universo paradisíaco, que el Génesis coloca en el origen mismo del mundo (c. 2), Isaías (c. 11) y el Apocalipsis (cc. 21-22) lo sitúan al final de la historia. Se ve así que la armonía del hombre con su semejante, con la creación y con Dios es el proyecto que el Creador persigue. Dicho proyecto ha sido y es alterado continuamente por el pecado humano, que se inspira en un plan alternativo, representado en el libro mismo del Génesis (cc. 3-11), en el que se describe la consolidación de una progresiva tensión conflictiva con Dios, con el semejante e incluso con la naturaleza. 

2. El contraste entre los dos proyectos emerge nítidamente en la vocación a la que la humanidad está llamada, según la Biblia, y en las consecuencias provocadas por su infidelidad a esa llamada.
La criatura humana recibe una misión de gobierno sobre la creación para hacer brillar todas sus potencialidades. Es una delegación que el Rey divino le atribuye en los orígenes mismos de la creación, cuando el hombre y la mujer, que son "imagen de Dios" (Gn 1, 27), reciben la orden de ser fecundos, multiplicarse, llenar la tierra, someterla y dominar los peces del mar, las aves del cielo y todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra (cf. Gn 1, 28). San Gregorio de Nisa, uno de lo tres grandes Padres capadocios, comentaba: "Dios creó al hombre de modo tal que pudiera desempeñar su función de rey de la tierra (...). El hombre fue creado a imagen de Aquel que gobierna el universo. Todo demuestra que, desde el principio, su naturaleza está marcada por la realeza (...). Él es la imagen viva que participa con su dignidad en la perfección del modelo divino" (De hominis opificio, 4: PG 44, 136).

3. Sin embargo el señorío del hombre no es "absoluto, sino ministerial, reflejo real del señorío único e infinito de Dios. Por eso, el hombre debe vivirlo con sabiduría y amor, participando de la sabiduría y del amor inconmensurables de Dios" (Evangelium vitae, 52: L'Osservatore romano, edición en lengua española, 31 de marzo de 1995, p. 12). En el lenguaje bíblico "dar el nombre" a las criaturas (cf. Gn 2, 19-20) es el signo de esta misión de conocimiento y de transformación de la realidad creada. Es la misión no de un dueño absoluto e incensurable, sino de un administrador del reino de Dios, llamado a continuar la obra del Creador, una obra de vida y de paz. Su tarea, definida en el libro de la Sabiduría, es la de gobernar "el mundo con santidad y justicia" (Sb 9, 3). 

Por desgracia, si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta, enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas. Sobre todo en nuestro tiempo, el hombre ha devastado sin vacilación llanuras y valles boscosos, ha contaminado las aguas, ha deformado el hábitat de la tierra, ha hecho irrespirable el aire, ha alterado los sistemas hidro-geológicos y atmosféricos, ha desertizado espacios verdes, ha realizado formas de industrialización salvaje, humillando -con una imagen de Dante Alighieri (Paraíso, XXII, 151)- el "jardín" que es la tierra, nuestra morada.

4. Es preciso, pues, estimular y sostener la "conversión ecológica", que en estos últimos decenios ha hecho a la humanidad más sensible respecto a la catástrofe hacia la cual se estaba encaminando. El hombre no es ya "ministro" del Creador. Pero, autónomo déspota, está comprendiendo que debe finalmente detenerse ante el abismo. "También se debe considerar positivamente una mayor atención a la calidad de vida y a la ecología, que se registra sobre todo en las sociedades más desarrolladas, en las que las expectativas de las personas no se centran tanto en los problemas de la supervivencia cuanto más bien en la búsqueda de una mejora global de las condiciones de vida" (Evangelium vitae, 27: L'Osservatore romano, edición en lengua española, 31 de marzo de 1995, p. 8). Por consiguiente, no está en juego sólo una ecología "física", atenta a tutelar el hábitat de los diversos seres vivos, sino también una ecología "humana", que haga más digna la existencia de las criaturas, protegiendo el bien radical de la vida en todas sus manifestaciones y preparando a las futuras generaciones un ambiente que se acerque más al proyecto del Creador.

5. Los hombres y mujeres, en esta nueva armonía con la naturaleza y consigo mismos, vuelven a pasear por el jardín de la creación, tratando de hacer que los bienes de la tierra estén disponibles para todos y no sólo para algunos privilegiados, precisamente como sugería el jubileo bíblico (cf. Lv 25, 8-13. 23). En medio de estas maravillas descubrimos la voz del Creador, transmitida por el cielo y la tierra, por el día y la noche: un lenguaje "sin palabras de las que se oiga el sonido", capaz de cruzar todas las fronteras (cf. Sal 19, 2-5). 
El libro de la Sabiduría, evocado por san Pablo, celebra esta presencia de Dios en el universo recordando que "de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sb 13, 5; cf. Rm 1, 20). Es lo que canta también la tradición judía de los Chassidim: "Dondequiera que yo vaya, Tú! ¡Dondequiera que yo esté, Tú..., dondequiera me vuelva, en cualquier parte que admire, sólo Tú, de nuevo Tú, siempre Tú" (M. Buber, I racconti dei Chassidim, Milán 1979, p. 256). 

 


"PAZ CON DIOS CREADOR, PAZ CON TODA LA CREACIÓN"
La paz social debe construirse conjuntamente con la paz ambiental.

Su Santidad Juan Pablo II
En la Jornada Mundial de la Paz; en el comienzo de la década de los 90.
Introducción:
 
1) En nuestros días aumenta cada vez mas la convicción de que la paz
mundial esta amenazada, además de la carrera armamentista, por
los conflictos y las injusticias aun existentes en los pueblos y
y entre las naciones, así como por la falta del debido respeto a
la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el
deterioro progresivo de la calidad de la vida.
Esta situación provoca inestabilidad e inseguridad que a la vez
promueven formas de egoísmo colectivo, acaparamiento e irrespon-
bilidad.
 
Ante el extendido deterioro ambiental, la humanidad debe darse
cuenta que no se puede seguir usando los bienes de la tierra como
en el pasado. Debemos formar una conciencia ecológica.
 
2) Muchos valores éticos de importancia fundamental para el desarro-
llo de una sociedad pacifica, tienen una relación directa con la
cuestión ambiental. Esta interdependencia de valores nos llama
a buscar soluciones a las necesidades del mundo basadas en una
coherente visión moral del mundo.
 
Para el cristiano tal visión se basa en las convicciones religio-
sas sacadas de la Revelación. Por eso, Su Santidad comenzara su
mensaje recordándonos la narración bíblica de la creación.
 
I) "Y VIO DIOS QUE ERA BUENO":
 
1)En las paginas del Génesis (Gen 1-3), se repiten como estribillo
las palabras: "Y vio Dios que era bueno", pero cuando crea al
hombre y la mujer, su expresión cambia notablemente: "Vio Dios
cuanto había hecho, y todo era muy bueno."
 
Dios confío al hombre y a la mujer toda la creación, entonces
"pudo descansar de toda obra creadora" (Gen 2:3)
La llamada a Adán y Eva, para participar en la ejecución del plan
de Dios sobre la creación, establecía una relación ordenada entre
los hombres y la creación entera. Creados a imagen y semejanza
de Dios, Adán y Eva debían ejercer dominio sobre la tierra (Gen
1:28) con sabiduría y amor. Ellos en cambio, con su pecado
destruyeron la armonía existente, poniéndose deliberadamente
contra el designio del Creador.
 
2)El hombre cuando se aleja del designio de Dios creador, provoca
un desorden que repercute inevitablemente en el resto de la
creación. Si el hombre no esta en paz con Dios, la tierra misma
tampoco esta en paz. (Os 4,3) Por lo tanto, el deterioro ambien-
tal es uno de los aspectos mas preocupantes de la crisis moral en
que vivimos.
 
II) "CRISIS ECOLOGICA": UN PROBLEMA MORAL.
 
1)Existen ciertos elementos de la presente crisis ecológica que
revelan de modo evidente su aspecto moral, como la aplicación
indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Ej.:
la disminución gradual de la capa de ozono debido a la creciente
difusión de industrias y consumo energético. De esto han surgido
múltiples cambios meteorológicos y atmosféricos, causando daños
a la salud y hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras
bajas. Cabe mencionar también la destrucción incontrolada de las
especies animales y vegetales.
 
Pero el signo mas profundo y grave de las implicaciones morales
es la falta de respeto a la vida.
 
III) "EN BUSCA DE UNA SOLUCION" :
 
1)La teología, la filosofía y la ciencia concuerdan en la visión
de un universo armónico y de orden, el cual tenemos que respetar,
haciendo buen uso de el.
 
"Por otra parte la tierra es esencialmente una herencia común,
cuyos frutos deben ser para beneficios de todos. Es injusto que
pocos privilegiados sigan acumulando bienes superfluos, despilfa-
rrando los recursos, cuando una gran multitud de personas viven
en condiciones de miseria, en el mas bajo nivel de supervivencia"
 
2)Los conceptos de orden del universo y de herencia común, ponen
de relieve la necesidad de un sistema de administración de los
recursos de la tierra, mejor coordinado a nivel no solo nacional
sino internacional.
 
IV) "URGENCIA DE UNA NUEVA SOLIDARIDAD":
 
1)La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral
de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre
los países en vías de desarrollo y los países altamente indus-
liazados. Pero esto no se dará, a menos que los responsables de
los países se convenzan de la absoluta necesidad de esta nueva
solidaridad que la crisis ecológica requiere y que es esencial
para la paz. Este equilibrio ecológico no se lograra si no se
afrontan directamente los problemas de pobreza existente en el
mundo.
 
2)Otro peligro que nos amenaza es la guerra. En los laboratorios
se sigue investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensi-
vas capaces de alterar los equilibrios naturales.
 
3)La sociedad actual no hallará una solución a este problema sino
revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo
esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo pero
permanece indiferente al daño que estos causan.
 
4)Como ya he mencionado, la gravedad de la situación ecológica de-
muestra cuan profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el
sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el
desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la
templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben
conformar la vida de cada día, especialmente para los cristianos.
 
5)Hay pues necesidad de educar en la responsabilidad ecológica:
responsabilidad con nosotros mismos y con los demás.
Esta educación no puede basarse simplemente en el sentimiento,
sino que conlleva una conversión autentica en la manera de pensar
y en el comportamiento. La familia y la Iglesia tienen la misión
de enseñar el respeto al prójimo y a la naturaleza.
 
6)Tampoco se debe descuidar el valor estético de la creación.
El contacto con la naturaleza es de por si profundamente regene-
rador, así como la contemplación de su esplendor da paz y
serenidad. (Salmo 8:2; Sab 13:3-5)
 
V) "LA CUESTION ECOLOGICA: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS":
 
1)En el universo existe un orden que debe respetarse: la persona
humana, dotada de la posibilidad de libre elección, tiene una
grave responsabilidad en la conservación de este orden, incluso
con miras al bienestar de las futuras generaciones. "La crisis
ecológica es un problema moral."
 
2)Todos, pero con mucha mas razón los que creemos en Dios creador
y por lo tanto estamos convencidos de que en el mundo existe un
orden bien definido y orientado a un fin, debemos sentirnos lla-
dos a interesarnos por este problema. Los cristianos en particu-
lar descubrimos que los deberes con la naturaleza y el Creador
forman parte de nuestra fe.
 
3)El compromiso del creyente por un ambiente sano nace
directamente de su fe en Dios creador, de la valoración de los
efectos del pecado original y de los pecados personales, así como
de la certeza de haber sido redimido por Cristo. El respeto por
la vida y por la dignidad de la persona humana incluye también el
respeto y el cuidado de la creación, que esta llamada a unirse al
hombre para glorificar a Dios. (Sal 148 y 96).
 
4)San Francisco de Asís, ofrece a los cristianos el ejemplo de un
respeto autentico y pleno por la integridad de la creación. Amigo
de los pobres, amado de las criaturas de Dios, invito a todos-
-animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano Sol y
a la hermana Luna- a honrar y alabar al Señor. El pobre de Asís
nos da testimonio de que estando en paz con Dios podemos dedicar-
nos mejor a construir la paz con toda la creación, la cual es
inseparable de la paz entre los pueblos.
 
Que San Francisco de Asís nos inspire y nos ayude a conservar
siempre vivo el sentimiento de la `fraternidad' con todas las
cosas- creadas buenas y bellas por Dios Todopoderoso- y nos
recuerde el grave deber de respetarlas y custodiarlas .
(SS Juan Pablo II; 8 Dic. 1989)
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