akathistosAKATHISTOS
Himno en honor a la Santísima Virgen María
siglo VII O VIII

Cuando el enemigo oye el akathistos huye furioso


"El himno oriental "Akáthistos" repite con insistencia este "alégrate"
(del ángel a María)"
-Juan Pablo II.

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Explicación

El Akáthistos (a veces pasa al español como "acátisto") es un gran himno de la liturgia oriental griega que medita sobre el misterio de la Maternidad Divina.

Etimología: (a =negativo, y kathistomai=sentarse). Akáthistos quiere decir "no sentado". Se le llama así porque, a diferencia de otros himnos en la liturgia bizantina, se canta y escucha de pie como el Evangelio en señal de especial reverencia.  La Iglesia oriental lo considera como expresión de su doctrina y piedad hacia la Madre de Dios.

Importancia
En el rito bizantino ocupa un lugar privilegiado y goza de su propia fiesta: el quinto sábado de cuaresma, llamado precisamente por eso sábado de Akáthistos. 

Es un himno de acción de gracias. La ciudad de Constantinopla, consagrada a María, cuando se veía asediada por los bárbaros recurría a su protección; y le daba gracias con vigilias y cánticos en su honor. Según el relato del Sinaxario, el Akáthistos habría tomado su nombre de las celebraciones nocturnas de agradecimiento a María: "Celebramos esta fiesta en recuerdo de las prodigiosas intervenciones de la Inmaculada Madre de Dios. 

Como recuerdo de estas liberaciones de Constantinopla, que todos atribuían a la Virgen, quedó la solemne introducción al Akáthistos  (probablemente del S.VIII):

¡A la invicta estratega
el himno de victoria!
Liberada de cruel desventura,
este canto de gracias
a ti te dedico, yo, tu ciudad,
¡Oh Madre de Dios!
Tú, que gozas
de un poder invencible,
líbrame de toda clase de peligros,
para que te aclame:
¡Ave, Virgen y Esposa! 

Cuando en 1453 el imperio bizantino cayó bajo los turcos, no se derrumbó esta confianza, sino que se elevó al orden de la gracia: el patriarca Jorge Scholarios decía a María que ya no la importunarían para que salvase a la ciudad, pero que les conservase siempre en la fe de los padres. El Akáthistos sigue siendo el testimonio seguro de la fe.

Este himno fue traducido y se canta en todas las lenguas del rito bizantino, tanto de la rama ortodoxa como de la católica, antiguas y recientes. También se tradujo al Latín en el año 800, por obra de Cristóbal, obispo de Venecia, ejerciendo así una notable influencia en la himnografía medieval. Hoy es cada vez más conocido y estimado en occidente; son muchas las traducciones a las lenguas modernas, muchas las celebraciones comunitarias y eclesiales en que se utiliza convenientemente. Merece mencionar la solemne conmemoración del 1,550 aniversario del Concilio de Éfeso, que tuvo lugar por expreso deseo del Papa Juan Pablo II en Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, con la presencia de muchos obispos del mundo y representantes de las iglesias ortodoxas y de otras confesiones cristianas; entonces fue cantado el himno por entero por el coro y por la asamblea de los fieles. También, el catecismo de adultos (Señor, ¿a quién iremos?, 1982) en el capítulo dedicado a María recoge dos estrofas junto a la Salve Regina, demostrando así que lo considera como patrimonio común de todas las iglesias.

Autor y tiempo de la composición
La vasta tradición manuscrita transmite casi siempre el Akáthistos como anónimo; los libros litúrgicos lo recogen siempre anónimo. Solamente algún códice, debido quizá a los acontecimientos históricos que recuerda el Sinaxario sobre las noches que el pueblo pasó en vela dando gracias a la Madre de Dios, lo atribuye al patriarca Sergio(s. VII) o al patriarca Germán(s. VIII). Pero un himno tan elaborado no se compuso ciertamente en una noche; más que un momento y un arte, expresa una vida.

Algunos estudiosos han propuesto como autor probable a Román el Melode, príncipe de los himnógrafos del s. VI. Pero Román y ningún otro himnógrafo sagrado alcanza la sublimidad y la profundidad del Akáthistos . Su autor fue ciertamente un gran poeta, un insigne teólogo, un contemplativo consumado, tan grande, que supo traducir en síntesis orante lo que la fe profesa; tan humilde que desapareció su nombre. Dios conoce su nombre, pero el mundo lo ignora. Conviene que así sea; de esa forma el himno es de todos porque es de la Iglesia.

La fecha de composición del Akáthistos , según los estudiosos más recientes, oscila entre la segunda mitad del s. V y los primeros años del s. VI. En efecto, es posterior a una homilía de Basilio de Seleucia(S.V), de quien depende verbalmente una estrofa, y anterior al kontakión de Román de Melode sobre el patriarca José, inspirado en el Akáthistos .

Además, desde el punto de vista litúrgico parece anterior a la institución de la fiesta de la Anunciación, instituida bajo el emperador Justiniano en torno al año 535: efectivamente, el himno no sigue el formulario de la Anunciación, sino el de la única fiesta primitiva de la Madre de Dios, que caía el día después de Navidad o en el ciclo natalicio. Así pues, el Akáthistos expresa una situación cultural arcaica; y también en este aspecto tiene un valor inmenso, ya que nos remite a las primeras expresiones del culto a María.

Valor Ecuménico
El Akáthistos es común a los hermanos ortodoxos y a los católicos de rito bizantino. Es también muy estimado en el occidente aun por algunos no católicos que reconocen su antiguedad; la forma de alabanza que redunda en gloria del Señor; su sustrato cristológico-eclesial; su  doctrina que se deriva del misterio mismo de la encarnación, del primer artículo de fe cristológica que profesa todas las iglesias.

-Resumen del artículo "Akáthistos", Nuevo Diccionario de Mariología, Ediciones Paulinas, Stefano de Fiores y Salvatore Meo, 1988.

AKATHISTOS

Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
 
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.
 
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
 
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!


 
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos los dogmas.
 
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne portento;
Salve, de turba infernal lastimero flagelo.
 
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
 
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!

 

 Salve, oh tallo del verde Retoño;

Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida.
Salve, oh campo fecundo - de gracias copiosas;

Salve, oh mesa repleta - de dones divinos.

Salve, un Prado germinas - de toda delicia;

Salve, al alma preparas - Asilo seguro.

Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, ofrenda que el mundo concilia.
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve, barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.
Salve, por ti con la tierra - exultan los cielos;

Salve, por ti con los cielos - se alegra la tierra.

Salve, de Apóstoles boca - que nunca enmudece;

Salve, de Mártires fuerza - que nadie somete.

Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado el averno;
Salve, por ti revestimos la gloria.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día.
Salve, tú apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.
Salve, derribas del trono - al tirano enemigo;

Salve, nos muestras a Cristo - el Señor y el Amigo.

Salve, nos has liberado - de bárbaros ritos;

Salve, nos has redimido - de acciones de barro.

Salve, destruyes el culto del fuego;
Salve, extingues las llamas del vicio.
Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, levantas al género humano;
Salve, humillas a todo el infierno.
Salve, conculcas engaños y errores;
Salve, impugnas del ídolo el fraude.
Salve, oh mar que sumerge - al cruel enemigo;

Salve, oh roca que das de beber - a sedientos de Vida.

Salve, columna de fuego - que guía en tinieblas;

Salve, amplísima nube - que cubres el mundo.

Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de delicias.
Salve, oh tierra por Dios prometida;
Salve, en ti fluyen la miel y la leche.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas.
Salve, frutal exquisito - que nutre a los fieles;

Salve, ramaje frondoso - que a todos cobija.

Salve, llevaste en el seno - quien guía al errante;

Salve, al mundo entregaste - quien libra al esclavo.

Salve, plegaria ante el Juez verdadero;
Salve, perdón del que tuerce el sendero.
Salve, atavío que cubre al desnudo;
Salve, del hombre supremo deseo.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, mansión que contiene el Inmenso;
Salve, dintel del augusto Misterio.
Salve, de incrédulo equívoco anuncio;
Salve, del fiel inequívoco orgullo.
Salve, carroza del Santo - que portan querubes;

Salve, sitial del que adoran - sin fin serafines.

Salve, tú sólo has unido - dos cosas opuestas:

Salve, tú sola a la vez - eres Virgen y Madre.

Salve, por ti fue borrada la culpa;
Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.
Salve, tú llave del Reino de Cristo;
Salve, esperanza de bienes eternos.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece.
Salve, por ti se aturden - sutiles doctores;

Salve, por ti desfallecen - autores de mitos;

Salve, disuelves enredos - de agudos sofistas;

Salve, rellenas las redes - de los Pescadores.

Salve, levantas de honda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia superna.
Salve, navío del que ama salvarse;
Salve, oh puerto en el mar de la vida.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, columna de sacra pureza;
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tú inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas.
Salve, de nuevo engendraste - al nacido en deshonra;

Salve, talento infundiste - al hombre insensato.

Salve, anulaste a Satán - seductor de las almas;

Salve, nos diste al Señor - sembrador de los castos.

Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve, unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 

 

Salve, oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras.
Salve, surgieron de ti - luminosos misterios;

Salve, brotaron en ti - caudalosos arroyos.

Salve, figura eres tú - de salubre piscina;

Salve, tú limpias las manchas - de nuestros pecados.

Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría.
Salve, fragancia de ungüento de Cristo;
Salve, oh Vida del sacro Banquete.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
 


Salve, oh tienda del Verbo divino;
Salve, más grande que el gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de vida.
Salve, diadema preciosa - de reyes devotos;

Salve, orgullo glorioso - de sacros ministros.

Salve, firmísimo alcázar - de toda la Iglesia;

Salve, muralla invencible - de todo el Imperio.

Salve, por ti enarbolamos trofeos;
Salve, por ti sucumbió el adversario.
Salve, remedio eficaz de mi carne;
Salve, inmortal salvación de mi alma.
Salve, ¡Virgen y Esposa!

 


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