La Iglesia, El Papa Pio XII,
Los judíos y los Nazis

Ver también en catolico.org: 
Encíclica de Pio XI donde delata a los Nazis

"Nosotros Recordamos", documento de la Santa Sede sobre la Iglesia y el Holocausto.
Rabino propone a Pío XII como "justo entre las naciones"
De nuestro correo
Relación Nazi vs Iglesia  
Ex jefe de inteligencia Rumana revela complot que difamó a Pio XII
Pío XII a un joven: "Debes sentirte orgulloso de ser judío"
Museo del Holocausto y otros difaman a Pío XII con datos falsos.

Amplia documentación en inglés
In defense of Pius XII
Jewish Praise for Pope Pius XII
english2.tif (4104 bytes) Pius XII and the jews -video youtube
Holocaust and Church

Pius XII: "Be proud to be a Jew" See original article in Palestine Post. Search for April, 28, 1944, page 6


Los enemigos de la Iglesia han creado una leyenda negra acusando al Papa P�o XII, primero de no hacer nada durante el holocausto Nazi contra los jud�os y ms recientemente, de haber sido c�mplice de los Nazis.  Le han llegado a llamar "el Papa de Hitler" y "El hombre de Iglesia ms peligroso en la historia moderna". Estas horrendas difamaciones contradicen radicalmente la verdad. No hay excusa porque hay abundantes pruebas sobre los hechos.

Ejemplo: El rabino Marvin Hier de Los Angeles, California, en un discurso el 13 de mayo del �98, llam� a P�o XII el "Papa del Holocausto".  Curioso que ese d�a era el aniversario de las apariciones de F�tima y de la ordenaci�n episcopal de P�o XII. Hier dijo que P�o XII hac�a novenas por la victoria de los Nazis.  Cita como "prueba" a la  Hna. Pasqualina.  Sin embargo, peritos en el Vaticano han buscado minuciosamente todo lo escrito o grabado por dicha hermana sin encontrar un solo rastro sobre el Papa y las novenas por los Nazis. Hier apoy� todas sus acusaciones en citas falsas. Al mismo tiempo hizo caso omiso a la amplia documentaci�n hist�rica.

La gran calumnia contra P�o XII est� de moda porque representa el odio del mundo contra la Iglesia Cat�lica, y ha sido tantas veces repetida que es ya aceptada por muchos como una verdad irrefutable.  Con estas mentiras, los enemigos de la Iglesia quieren desprestigiar a P�o XII y de este modo desprestigiar el papado. Esperan poder as� apagar la voz de la Iglesia y crear una Iglesia sin autoridad que puedan manipular con encuestas y los valores del mundo.  La Iglesia, ellos saben bien, es el baluarte contra la cultura de la muerte.  Es asombroso ver la complicidad en esta patra�a entre casi todos los medios, en las universidades, entre los profesionales...  LOS HECHOS est�n ampliamente documentados y al alcance de quien quiera conocerlos. 

Sobre los archivos del Vaticano
Se ha dicho tambi�n que el Vaticano se niega a abrir sus archivos.  Esto tambi�n es totalmente falso.  Pablo VI mand� abrir los archivos en 1963, a�o en que surgi� la pol�mica sobre P�o XII.  Los archivos han estado disponibles a los historiadores.   Se han publicado 11 vol�menes con el material de los archivos referentes a la era del Holocausto. El vocero del Papa, Joaqu�n Navarro-Valls dijo en diciembre del �98:   No hay "nada -repito  nada" en los archivos que no se haya hecho ya disponible a los expertos.

Resumen de algunos hechos.

Las acusaciones contra P�o XII comenzaron en grande desde el 1963.  Antes de esta fecha sus esfuerzos a favor de los jud�os eran ampliamente reconocidos. Si usted tiene dudas sobre la veracidad de estos datos. Le exhortamos a que investigue las fuentes ya que todos se pueden verificar. En muchos casos se trata de acontecimientos que fueron publicados en los peri�dicos de la �poca. Es una grave injusticia el permitir que las calumnias contin�en.  

  • Eugenio Pacelli, futuro P�o XII, contribuy� a preparar la enc�clica �Mit brennender Sorge� (1937), en la que P�o XI conden� el nazismo. La enc�clica, prohibida en Alemania, fue introducida en el pa�s de modo clandestino y le�da a los fieles en las iglesias cat�licas.
  • En su presentaci�n de la enc�clica, el futuro P�o XII compar� a Hitler con el diablo y advirti� prof�ticamente su temor de que los Nazis lanzaran una "guerra de exterminaci�n"
  • El New York Times en su editorial de Navidad de 1941, elogi� al Papa P�o XII por "ponerse plenamente contra el hitlerismo" y por "no dejar duda de que los objetivos de los Nazis son irreconciliables con su propio concepto de la paz Cristiana"
  • Varios historiadores jud�os, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith (organizaci�n jud�a dedicada a denunciar el antisemitismo y mantener viva la memoria del genocidio nazi), han documentado los esfuerzos del Vaticano en favor de los hebreos perseguidos.  Seg�n el mismo Lichten, en septiembre de 1943, P�o XII ofreci� bienes del Vaticano como rescate de jud�os apresados por los nazis. Tambi�n recuerda que, durante la ocupaci�n alemana de Italia, la Iglesia, siguiendo instrucciones del Papa, escondi� y aliment� a miles de jud�os en la Ciudad del Vaticano y en Castelgandolfo, as� como en templos y conventos. Lichten, escribiendo en el bolet�n del Jewish Antidefamation League (Liga jud�a contra la difamaci�n) dijo en 1958 que "la oposici�n (de P�o XII) al nazismo y sus esfuerzos para ayudar a los jud�os en Europa eran bien conocidos al mundo que sufre"
  • Despu�s de la guerra, organizaciones y personalidades jud�as reconocieron varias veces oficialmente la sabidur�a de la diplomacia del Papa P�o XII.
  • El Congreso Jud�o Mundial agradeci� en 1945 la intervenci�n del Papa, con un generoso donativo al Vaticano.
  • En el mismo a�o, el gran rabino de Jerusal�n, Isaac Herzog, envi� a P�o XII una bendici�n especial �por sus esfuerzos para salvar vidas jud�as durante la ocupaci�n nazi de Italia�.
  • Israel Zolli, gran rabino de Roma, qui�n como nadie pudo apreciar los esfuerzos caritativos del Papa por los jud�os, al terminar la guerra se hizo cat�lico y tom� en el bautismo el nombre de pila del Papa, Eugenio, en se�al de gratitud.  El escribi� un libro sobre su conversi�n ofreciendo numerosos testimonios sobre la actuaci�n de P�o XII.
  • El rabino Elio Toaff, combatiente contra los Nazis durante la II Guerra Mundial y rabino jefe de Roma desde 1951 hasta 2001, afirm� con motivo de la muerte de P�o XII, el 10 octubre de 1958: "M�s que en otra ocasi�n, hemos tenido la oportunidad de experimentar la gran compasi�n y la gran generosidad de este Papa durante los a�os de la persecuci�n y del terror, cuando parec�a que no quedaba para nosotros ninguna esperanza".
  • El jueves 7 de septiembre de 1945 Giuseppe Nathan, comisario de la Uni�n de Comunidades Jud�as Italianas, declar�: �Ante todo, dirigimos un reverente homenaje de gratitud al Sumo Pont�fice y a los religiosos y religiosas que, siguiendo las directrices del Santo Padre, vieron en los perseguidos a hermanos, y con valent�a y abnegaci�n nos prestaron su ayuda, inteligente y concreta, sin preocuparse por los grav�simos peligros a los que se expon�an� (L'Osservatore Romano, 8 de septiembre de 1945, p. 2).
  • El 21 de septiembre del mismo a�o, P�o XII recibi� en audiencia al Doctor A. Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso jud�o internacional, que acudi� para presentar �al Santo Padre, en nombre de la Uni�n de las Comunidades Jud�as, su m�s viva gratitud por los esfuerzos de la Iglesia cat�lica en favor de la poblaci�n jud�a en toda Europa durante la guerra� (L'Osservatore Romano, 23 de septiembre de 1945, p. 1).
  • El jueves 29 de noviembre de 1945, el Papa recibi� a cerca de ochenta delegados de pr�fugos jud�os, procedentes de varios campos de concentraci�n en Alemania, que acudieron a manifestarle �el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo Padre la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible per�odo del nazi-fascismo� (L'Osservatore Romano, 30 de noviembre de 1945, p. 1).
  • En 1958, al morir el Papa P�o XII, Golda Meir (Ministro de Asuntos Exteriores de Israel) envi� un elocuente mensaje: �Compartimos el dolor de la humanidad (...). Cuando el terrible martirio se abati� sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elev� en favor de sus v�ctimas. La vida de nuestro tiempo se enriqueci� con una voz que habl� claramente sobre las grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Lloramos la muerte de un gran servidor de la paz�. Nota de pie # 16 del documento  �Nosotros recordamos: una reflexi�n sobre la "Shoah"�.
  • El presidente de USA, Eisenhower, al morir el Papa: �El mundo - ahora es m�s pobre despu�s de la muerte del Papa P�o XII�
  • El bien de los jud�os requer�a que el Papa se abstuviera de hacer declaraciones contra los Nazis durante la ocupaci�n alemana.  La ayuda se ten�a que efectuar por otros medios. Tambi�n la Cruz Roja Internacional y el Consejo Ecum�nico de las Iglesias coincidieron con la Santa Sede en que era mejor guardar silencio para no poner en peligro los esfuerzos en favor de los jud�os. Pero nadie ataca a la Cruz Roja por su �silencio� ante el Holocausto.
  • El diplom�tico Israel� Pinchas Lapide calcul� que P�o XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700,000 jud�os.
  • El historiador jud�o Richard Breitman, ha escrito un contundente libro sobre el holocausto. Como consultor del Grupo de trabajo para la restituci�n de los bienes a los jud�os (grupo que ha obtenido la desclasificaci�n de los dossieres del OSS). En una entrevista al �Corriere della Sera�, del 29 de junio del 2000, Breitman que es hasta ahora el �nico autorizado a ver los documentos del OSS (el espionaje estadounidense en la segunda guerra mundial), ha explicado que lo que m�s le ha impresionado ha sido la hostilidad alemana hacia el Papa y el plan de germanizaci�n del pa�s de septiembre de 1943. Breitman ha encontrado tambi�n �sorprendente el silencio aliado sobre el holocausto� �Ha escuchado usted algo sobre entre las publicaciones populares?. Mas sobre Breitman>>>

No es nuestra intenci�n negar que muchos cat�licos callaron ante el holocausto mientras otros participaron en el. La verdad es que en cualquier momento de la historia,  como tambi�n en la actualidad, son relativamente pocos de cualquier religi�n los que est�n dispuestos a sufrir por ser fieles a las exigencias de su fe. Pero es justo aclarar que entre esos pocos valientes est� el Papa P�o XII. Tambi�n es justo recordar a los cat�licos que hericamente defendieron a los jud�os. Por otro lado hay que decir que los cat�licos que se dejaron llevar por el mal no lo hicieron por ser cat�licos sino, precisamente, por no serlo plenamente.

Referencias
Hay varios estudios hist�ricos sobre P�o XII y el holocausto:

  • El minucioso estudio recogido en el libro  �Los jud�os, P�o XII y la leyenda negra�, del periodista Antonio Gaspari (colecci�n Planeta + Testimonio, 1998), revela que el Papa P�o XII est� entre los que defendieron hericamente a los jud�os con los mejores medios a su alcance. 
  • Entre los autores de importancia sobre el tema est�n: Padre Pierre Blet, Padre Robert Graham, Hermana Margarita Marchione, Charles Pichon , Oscar Halecki y el jud�o Richard Brietman. 

Lamentablemente los libros serios y objetivos recogen polvo en las bibliotecas (en las pocas que tienen estos libros). Lo que abunda es el sensacionalismo de la difamaci�n sin fundamentos.


SE HA CREADO UNA AUTENTICA �LEYENDA NEGRA� CONTRA PIO XII
Revista cercana al Vaticano desenmascara interpretaciones taimadas del �silencio� del Papa

CIUDAD DEL VATICANO, 19 mar 98 (ZENIT).- Medios de comunicaci�n y exponentes de la comunidad jud�a, si bien consideran que el documento de la Santa Sede sobre el Holocausto jud�o (cf. ZE980316-1) constituye un decisivo paso adelante en las relaciones entre hebreos y cat�licos, recriminan al Vaticano la defensa del papel que desempe�� el Papa P�o XII durante la barbarie nazi.

En respuesta a estas acusaciones, la �Civilt� Cattolica�, revista dirigida por la Compa��a de Jes�s y cuyos borradores son revisados por la misma Secretar�a de Estado del Vaticano, publica en su �ltimo n�mero un art�culo de Pierre Blet, el �nico jesuita superviviente del equipo que recogi� en doce vol�menes las �Actas y Documentos de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial�. Se trata de una imponente obra documental en la que se publican todos los documentos de la Santa Sede en ese candente per�odo, a excepci�n de aquellos que afectan a cuestiones �ntimas de personas en vida.

El padre Blet hace una interesante constataci�n. Hasta antes de 1963 todos los protagonistas de aquel per�odo, en especial, los exponentes de la comunidad jud�a, reconocieron la labor realizada por P�o XII en favor del pueblo jud�o. Declaraban que el �silencio� del Papa se deb�a a su conocimiento del nazismo (hab�a sido nuncio en Alemania y recib�a constantes informes de las nunciaturas de los pa�ses europeos): hablar contra las purgas de Hitler hubiera supuesto provocar la ira del F�hrer y condenar instant�neamente a muerte a todo aquel que tuviera sangre hebrea. Blet cita en su art�culo algunos testimonios representativos de la labor realizada por Eugenio Pacelli. �El mundo --declar� el presidente Eisenhower-- ahora es m�s pobre despu�s de la muerte del Papa P�o XII�. Y Golda Meir, ministro de Asuntos Exteriores del Estado de Israel: �La vida de nuestro tiempo ha sido enriquecida por una voz que expresaba las grandes verdades morales por encima del tumulto de los conflictos cotidianos. Nosotros lloramos a un gran servidor de la paz�.

Sin embargo, a partir de 1963 comenz� una �leyenda negra� contra P�o XII. Estas acusaciones, afirma la �Civilt� Cattolica�, consideran que �durante la guerra, por c�lculo pol�tico o pusilanimidad, el Papa se habr�a quedado impasible y silencioso ante los cr�menes contra la humanidad, que hubieran podido detener una intervenci�n suya�.El resto del art�culo, constituye una defensa cient�fica del trabajo de documentaci�n que contienen las �Actas y Documentos de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial�. En ellas se recoge la extraordinaria labor del Papa a favor del pueblo jud�o. Cuando las SS exigieron a las comunidades jud�as de Roma que les entregaran 50 kilos de oro, el gran rabino de Roma se dirigi� al Papa para pedirle su colaboraci�n con 15 kilos. �P�o XII dio inmediatamente orden a sus oficinas para que hicieran lo necesario para conseguir esa cantidad�, asegura Blet.

Gestos como �ste llenan los doce vol�menes de esta obra. Y dado que la Santa Sede no se pod�a permitir el lujo de ocultar documentos que en muchas ocasiones ya se encontraban en el �Foreign Office� de Londres o en el �D�partement d'Etat� de Par�s, esta colecci�n es hist�ricamente completa. El jesuita asegura que cuando llegue el momento establecido de abrir totalmente los archivos del Vaticano de esa �poca, muchos quedar�n decepcionados, pues toda la informaci�n importante de aquel per�odo ya ha sido publicada.

El padre Blet concluye asegurando que las cr�ticas contra P�o XII no son de car�cter hist�rico o cient�fico, sino que constituyen una aut�ntica �leyenda, construida con elementos disparatados y con gran trabajo de imaginaci�n�. Aunque no lo menciona expl�citamente, se refiere a la obra teatro que en 1963 hizo estallar el �caso� P�o XII. Se trata de �El Vicario�, escrita por el alem�n Rolf Hochhuth, en la que se acus� por primera vez al Papa de haber callado durante el Holocausto. La obra caus� gran pol�mica en toda  Europa. Hasta entonces nadie hab�a lanzado acusaciones semejantes contra su pontificado que abarc� desde 1939 a 1958. Es m�s, la prensa hab�a publicado  siempre numerosos testimonios de hebreos a favor de Eugenio Pacelli. Entre ellos, se encuentra un sentido art�culo de agradecimiento firmado por Albert Einstein y publicado por la revista �Time�.

Ante el ruido provocado por �El Vicario�, Pablo VI respondi� abriendo los archivos secretos del Vaticano y pidiendo a cuatro jesuitas, entre ellos el padre Blet, que hicieran p�blica toda la documentaci�n publicable.

ZE980319-1


Responde el historiador jesuita Pierre Blet a las acusaciones contra P�o XII
Exclusiva Zenit

CIUDAD DEL VATICANO, 26 mar 98 (ZENIT).- A pesar del �xito de la XVI sesi�n del Comit� Internacional Cat�lico-Hebreo de Di�logo (International Catholic Liason Committee), clausurada el 26 de marzo en el Vaticano, no se aplacan las pol�micas sobre la actitud de P�o XII durante la segunda guerra mundial.

En este sentido, el rabino David Rosen, presidente de la secci�n israel� de la Liga contra la Difamaci�n, declar� a una agencia italiana que P�o XII conoc�a la existencia de los campos de exterminio pues, seg�n �l, Gerhart Reigner, el actual vicepresidente del Congreso Jud�o Mundial, envi� una carta a un nuncio en 1942 describiendo lo que suced�a en los campos de concentraci�n. Sin embargo, en los doce vol�menes publicados por la Santa Sede sobre la documentaci�n referente a este per�odo hist�rico, tan s�lo aparece una breve nota en la que Reigner acusa recibo de la respuesta del Vaticano que promet�a evaluar lo que �l hab�a escrito.

Para comprender lo que pas� realmente, hemos pedido el parecer del padre Pierre Blet, el historiador que junto a Angelo Martini, Burkhart Schneider y Robert A. Graham prepar� la edici�n de estas �Actas y documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial�, la obra que recoge los documentos del archivo vaticano de aquel pol�mico per�odo.

�Circulaban muchos rumores sobre los campos de extermino en aquel momento --explica el padre Blet--. El mismo embajador polaco refugiado en el Vaticano afirmaba que los nazis estaban masacrando a los hebreos. Pero era muy dif�cil verificar la realidad de los hechos. En este sentido, Francis Godolfin D’Arcy Osborne, embajador brit�nico ante la Santa Sede, aconsejaba evaluar bien todas las informaciones. De todos modos, P�o XII en su mensaje de Navidad de 1942 habl� expresamente contra aquellos que "por la �nica raz�n de la nacionalidad o raza persiguen y condenan a muerte o a la esclavitud progresiva" y repiti� esta denuncia en un duro discurso el 2 de junio de 1943. En aquel per�odo, nadie denunci� los cr�menes alemanes contra los hebreos. Tan s�lo en 1943 se pronunci� una declaraci�n conjunta de los aliados en la que se denunciaban los abusos alemanes, pero todav�a no se hablaba ni de hebreos ni de campos de concentraci�n�.

El padre jesuita a�ade: �Por lo que se refiere a la carta, Rosen deber�a indicar el nombre del nuncio a quien fue enviada, pues de esa manera ser�a m�s f�cil encontrarla. Ahora bien, como se puede ver, hemos publicado el acuse de recibo, de modo que no ten�amos ning�n inter�s en ocultar nada. Si no est� publicada, significa que no la hemos encontrado, quiz� se encuentra entre la correspondencia del aquel nuncio�.

--El rabino Leo Klenicki, de la Liga contra la Difamaci�n ha pedido de nuevo la apertura de los archivos vaticanos.

--Blet: La actitud de desconfianza por el trabajo realizado me parece exagerada e injusta. Si no cree en la honestidad de nuestra publicaci�n, podr�a dudar tambi�n del encargado del archivo, que podr�a haber podido destruir cualquier documento.

Entiendo que es muy sugerente contar qui�n sabe qu� historias sobre la figura de P�o XII, pero la realidad es muy distinta. Para escribir estos doce vol�menes hemos trabajado intensamente, siguiendo los mismos criterios utilizados para la publicaci�n de los vol�menes relativos a los a�os cuarenta del �Foreign Relations of the United States�. Es decir, no pod�amos publicar documentos que afectan a personas que todav�a viven o que, una vez revelados, podr�an obstaculizar negociaciones en vigor.

Adem�s, es necesario considerar que, trat�ndose de un archivo que todav�a no est� abierto al p�blico, no exist�an �ndices sistem�ticos orientados a la investigaci�n. Los documentos no estaban clasificados, ni por orden cronol�gico ni geogr�fico. Los expedientes de car�cter pol�tico, relativos a la guerra, se encontraban junto con informes de car�cter religioso can�nico o personal, encerrados en cajas bastante f�ciles de manejar pero con frecuencia de contenido sumamente dispar.

Quisiera adem�s precisar que se habla de archivo secreto vaticano, pero hoy d�a deber�a hablarse m�s bien de archivo �privado�. Por razones de conciencia la Santa Sede tiene inter�s en que los investigadores puedan consultar estos archivos para tratar de establecer la verdad hist�rica. Pero de todos modos no creo que puedan emerger elementos que puedan contradecir lo que ya se ha mostrado ampliamente en los documentos publicados.

--Circulan hip�tesis sugerentes, como la de que el Papa Pacelli envi� un telegrama a Hitler.

--Blet: Conozco la fuente de esta noticia. El 3 de diciembre pasado, el diario parisino �Le Monde� mencion� que en nuestra publicaci�n no se encontraba presente la correspondencia entre P�o XII y Hitler. Si no publicamos esta correspondencia fue sencillamente porque es pura fantas�a del periodista de �Le Monde�. Esta persona afirma que existieron contactos entre Eugenio Pacelli (futuro P�o XII) cuando era nuncio en Alemania y Hitler, pero no tiene en cuenta las fechas. Cuando Hitler lleg� al poder, en 1933, monse�or Pacelli ya hab�a regresado a Roma cuatro a�os antes, en 1929. P�o XI lo cre� cardenal el 16 de diciembre y secretario de Estado el 16 de enero de 1930. Adem�s, si hubiera existido esa correspondencia, las cartas del Papa se conservar�an en los archivos alemanes y quedar�a huella en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich. Se mencionar�a las cartas de Hitler llegadas al Vaticano en las instrucciones dadas a los embajadores de Alemania encargados de entregarlas. Dado que no existe huella de nada de todo esto, hay que concluir que la seriedad de nuestra publicaci�n ha sido puesta en duda sin la m�s m�nima prueba.

--David Rosen afirma que las declaraciones del episcopado franc�s sobre la responsabilidad de la Iglesia son m�s expl�citas que el documento vaticano sobre el Holocausto.

--Blet: En el documento de los obispos franceses, se acusa a la jerarqu�a de aquel entonces de haber aprobado el r�gimen de Vichy. Ahora bien, no se puede comparar la responsabilidad del Holocausto con el no haber denunciado al r�gimen colaboracionista.

Es necesario prestar atenci�n para no confundir el error con la culpa. El error tiene que ser deplorado, la culpa en el mundo de hoy asume inmediatamente el valor de una condena.

Hay que a�adir adem�s que en Francia se dieron innumerables casos de aut�ntica caridad y hero�smo por parte del clero y de las comunidades cat�licas para esconder y salvar a miles de jud�os. Por este motivo el Estado de Israel ha honrado a tantos sacerdotes, religiosos y militantes cat�licos con el t�tulo de �Justos entre las naciones�.

--�Cu�l es su opini�n sobre el documento vaticano en torno a la �Shoah�?

--Aunque no soy nadie para exponer un juicio, considero que es un documento muy claro en el que se distingue apropiadamente la diferencia que existe entre el antijuda�smo, que tiene diferentes ra�ces en el universo cristiano, y el antisemitismo, condenado desde un inicio por la Iglesia. Pocos saben que existe una declaraci�n de la Congregaci�n para la Doctrina de la Fe (Santo Oficio) de marzo de 1928 en la que se condena el antisemitismo. Existe adem�s el documento de los obispos alemanes contra el racismo. Los prelados hab�an decidido no dar los sacramentos a quien adhiriera al partido nazi.

Muchos cristianos formaron parte del partido nazi y abrazaron las tesis antisemitas, pero en ese caso traicionaron su fe, tal y como sucedi� con algunos hebreos que colaboraron con el exterminio de sus propios hermanos, traicionando a su fe y a su pueblo.

La Iglesia no puede sentirse responsable de la traici�n de un cat�lico al bautismo, aunque lo deplora.

ZE980326-2


PIO XII AYUDO A SALVAR A LOS JUDIOS DURANTE LA GUERRA

ROMA, 27 mar 98 (ZENIT).- La acusaci�n era tremenda. El rabino David Rosen, presidente de la secci�n israel� de la Liga contra la Difamaci�n, declar� el 25 de marzo a la agencia italiana �Adn-Kronos�: �P�o XII estaba al corriente de la existencia de los campos de concentraci�n ya en 1942. Gerhart Reigner, actual vicepresidente del Congreso Mundial Jud�o envi� en aquel a�o a un nuncio una carta en la que indicaba con detalle lo que suced�a en los campos de exterminio. Pero en los doce vol�menes redactados sobre las vicisitudes de la segunda guerra mundial no existe huella de esta misiva. Tan s�lo aparece una breve nota con la que Reigner acusa recibo de la respuesta vaticana, en la que se promete evaluar lo que �l escribi�.

Nada m�s leer la declaraci�n de Rosen, el �nico superviviente de los que colaboraron en la realizaci�n de las estas �Actas y documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial�, el padre Pierre Blet se fue a averiguar directamente en los archivos secretos vaticanos para ver si encontraba la famosa carta al nuncio desconocido.

El m�ximo experto viviente en la historia diplom�tica de la Santa Sede durante aquel pol�mico per�odo hist�rico, al final de su investigaci�n, ha revelado a �ZENIT� que �Gerhart Reigner envi� al Nuncio en Suiza, el cardenal Bernardini un memor�ndum en el que se habla sobre la situaci�n de los hebreos en Europa central y en la del Este, refiri�ndose particularmente a los israel�es eslovacos. En el mismo documento, se ped�a la intervenci�n del Santo Padre. Este memor�ndum fue transmitido al cardenal Maglione el 19 de marzo de 1942. Al recibir el texto, como ya hab�a sucedido en otras ocasiones, el Santo Padre encarg� al nuncio en Bratislava que interviniera a favor de los jud�os eslovacos. Todo esto est� claramente escrito en el volumen VIII en la p�gina 466 de las "Actas y documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial" --explica el padre Blet--. Por tanto, es evidente que en nuestra obra de recopilaci�n documental no hemos escondido nada�.

Mientras tanto, se siguen revelando nuevos detalles sobre el trabajo que realiz� P�o XII a favor del pueblo jud�o. Un art�culo de George Johnston, en �The Wall Street Journal� puso de relieve que Eugenio Pacelli, futuro P�o XII, cuando a�n no era Papa, contribuy� a preparar la enc�clica �Mit brennender Sorge� (1937), en que su predecesor P�o XI conden� el nazismo. La enc�clica, prohibida en Alemania, fue introducida en el pa�s de modo clandestino y le�da a los fieles en las iglesias cat�licas.Varios historiadores jud�os, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith (organizaci�n jud�a dedicada a denunciar las manifestaciones de antisemitismo y mantener viva la memoria del genocidio nazi), han documentado los esfuerzos del Vaticano en favor de los hebreos perseguidos.

Lichten se�ala, por ejemplo, que en septiembre de 1943, P�o XII ofreci� bienes del Vaticano como rescate de jud�os apresados por los nazis. Tambi�n recuerda que, durante la ocupaci�n alemana de Italia, la Iglesia, siguiendo instrucciones del Papa, escondi� y aliment� a miles de jud�os en la Ciudad del Vaticano y en Castelgandolfo, as� como en templos y conventos.

En gran parte por eso, los jud�os tuvieron en Italia una tasa de supervivencia mucho m�s alta que en otros pa�ses ocupados por los nazis: se calcula que el Vaticano salv� a algunos cientos de miles. Esta fue una de las razones que movieron a Israel Zolli, gran rabino de Roma, a hacerse cat�lico cuando termin� la guerra, y a tomar en el bautismo el nombre de pila del Papa, Eugenio, en se�al de gratitud.

Tambi�n el Congreso Jud�o Mundial agradeci� en 1945 la intervenci�n del Papa, con un generoso donativo al Vaticano. En el mismo a�o, el gran rabino de Jerusal�n, Isaac Herzog, envi� a P�o XII una bendici�n especial �por sus esfuerzos para salvar vidas jud�as durante la ocupaci�n nazi de Italia�. A la muerte de P�o XII (1958), la ministra israel� de Asuntos Exteriores, Golda Meir, pronunci� un sentido elogio del Papa ante la ONU.

El Vaticano no fue el �nico que no hizo denuncias p�blicas. Tambi�n la Cruz Roja Internacional y el Consejo Ecum�nico de las Iglesias coincidieron con la Santa Sede en que era mejor guardar silencio para no poner en peligro los esfuerzos en favor de los jud�os. Pero nadie ataca a la Cruz Roja por su �silencio� ante el Holocausto.

No hizo lo mismo la jerarqu�a cat�lica de Amsterdam, que en 1942 denunci� vigorosamente la persecuci�n de los jud�os. Los nazis respondieron redoblando las redadas y deportaciones; al final de la guerra, hab�an muerto el 90% de los jud�os de la capital.

Las organizaciones humanitarias jud�as estaban completamente de acuerdo con el Vaticano: una denuncia p�blica del Vaticano no tendr�a la menor influencia en los planes de Hitler, y en cambio pondr�a en peligro a los jud�os que la Iglesia ten�a escondidos.

El propio Hochhuth, autor de la pieza de teatro �El Vicario�, texto escrito a inicios de los a�os sesenta que sirvi� para crear la leyenda negra contra P�o XII reconoci�, en un post scriptum a su obra, que el Vaticano ayud� a los jud�os durante el Holocausto.

ZE980327-3


LA AYUDA DE P�O XII A LOS JUD�OS DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL FUE TAN GRANDE QUE SUSCIT� PROTESTAS
Los archivos secretos analizados por el historiador Peter Gumpel

ROMA, 4 de julio de 2004 (ZENIT.org).-
La apertura de los Archivos Vaticanos ha mostrado que la ayuda de P�o XII y la Santa Sede a los jud�os durante la segunda guerra mundial fue tan grande que suscit� protestas en ambientes cat�licos. As� lo confirman cartas publicadas junto a los registros de la Oficina de informaciones vaticana para los prisioneros de guerra instituido por el Papa Eugenio Pacelli (1939-1947) editados con el t�tulo �Inter Arma caritas� (Cf. Zenit, 8 de julio de 2004). Agencias de prensa han publicado una de las cartas ah� reproducidas (p�gina 950-951 del volumen II), enviada al secretario de Estado Vaticano, el cardenal Luigi Maglione, el 21 de julio de 1943, por monse�or Andrea Cassulo, nuncio apost�lico en Roman�a, en la que refer�a �algunas protestas�. Monse�or Agostino Pacha, obispo de Timisoara, escribe que en su comunidad se dan protestas, �pues la mayor parte de los mensajes transmitidos a esta nunciatura son destinados a personas de raza jud�a�, hasta el punto de que hablaba de �preferencia� de la Santa Sede por los jud�os. Monse�or Cassulo presenta copia de una carta en lat�n, escrita por monse�or Tacha, en la que constataba la protesta de sus fieles (de los cuales el 78% era de origen alem�n) que acusaban �abiertamente y en p�blico� a la Iglesia de apoyar y tener buenas relaciones con los jud�os, �enemigos del pueblo germ�nico�. En la carta, el nuncio apost�lico explicaba que envi� una circular a los obispos rumanos en la que aclaraba los motivos la acci�n de ayuda de la Santa Sede, �prescindiendo de cualquier consideraci�n pol�tica, de nacionalidad, o de raza�. En la misiva el nuncio pide consejos al secretario de Estado para saber qu� ten�a que hacer. Para comprender mejor estos nuevos descubrimientos de los Archivos Vaticanos, Zenit ha entrevistado al padre Peter Gumpel, SI, historiador y experto en la materia. --�Qu� dicen los archivos del Vaticano reci�n publicados sobre la relaci�n de la Santa Sede con los jud�os y sobre las protestas de algunos ambientes cat�licos? --Padre Gumpel: Ante todo, hay que reconocer que la Iglesia cat�lica desempe�� un trabajo enorme de asistencia a los jud�os. El rabino de Ruman�a, A. Safran, expres� en varias ocasiones su gratitud al nuncio apost�lico, monse�or Andrea Cassulo. El 7 de abril de 1944 le escribi� este mensaje: �En estos tiempos duros, nuestros pensamientos se dirigen m�s que nunca a lo que ha hecho el Sumo Pont�fice a favor de los jud�os en general y a Su Excelencia a favor de Ruman�a y de Transilvania. No se olvidar�n nunca estos hechos� (�Civilt� Cattolica�, 1961, vol. III, p. 462). Adem�s en las �Actas y documentos de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial�, en el volumen 10, p�ginas 428-429, en un mensaje enviado por monse�or Cassulu a monse�or Domenico Tardini [futuro secretario de Estado], se publica �ntegramente el art�culo publicado por el diario rumano �Mantuirea�, en el que el rabino Safran narra c�mo gracias a las intervenciones del nuncio y �con la ayuda de Dios, logr� que no tuvieran lugar m�s deportaciones�. --�Qu� puede decir de las protestas de cat�licos por la ayuda de la Santa Sede a los jud�os? --Padre Gumpel: La obra de asistencia a las v�ctimas de la guerra y a los jud�os, ordenada en particular por P�o XII, fue tan amplia e intensa que suscit� sorpresa incluso entre algunos eclesi�sticos. El mismo Angelo Giuseppe Roncalli [futuro Juan XXIII], quien tanto hizo por los jud�os, cuando era delegado apost�lico en Turqu�a, tras la en�sima recomendaci�n por parte de la Santa Sede de ayudar y favorecer la emigraci�n jud�a a Palestina, escribi� estas palabras a Maglione el 4 de septiembre de 1943: �confieso que esta env�o por parte de la Santa Sede de jud�os a Palestina, que parece una reconstrucci�n del Reino jud�o, comenzando por hacerles salir de Italia, me provoca algo de incertidumbre en el esp�ritu� (ADSS 9/469). --�Aportan una novedad los testimonios contenidos en �Inter Arma caritas�? --Padre Gumpel: Estas nuevas tendencias hist�ricas desmienten definitivamente muchos art�culos sobre los presuntos silencios e insensibilidad del Papa P�o XII con respecto a los jud�os. Como se puede ver, hay gente que criticaba al pont�fice porque hacia demasiado por los jud�os. Tambi�n quedan desmentidas tesis, como la de Susan Zuccotti, seg�n la cual, la obra de asistencia a los jud�os fue fruto de acciones individuales, de las que P�o XII no sab�a nada. De toda la correspondencia de los nuncios resulta evidente que la obra de asistencia era decidida, dirigida, y organizada directamente por el Papa P�o XII.
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Hablan las religiosas que salvaron a los jud�os
por orden del Papa P�o XII

CIUDAD DEL VATICANO, 18 mar (ZENIT).- �Fue P�o XII quien nos orden� abrir las puertas a todos los perseguidos. Sin la orden del Papa, habr�a sido imposible salvar a tanta gente�. Estas palabras pertenecen a la hermana Mar�a Corsetti, que recibi� ayer de la embajada israel� en Roma la medalla de los �Justos de las naciones�, la m�s alta condecoraci�n jud�a, por haber contribuido a la salvaci�n de numerosos jud�os durante la ocupaci�n nazi de Roma.

Ya el 17 de enero de 1944, todav�a en plena ocupaci�n nazi, el Secretario de Estado, cardenal Luigi Maglione, envi� a la Madre Superiora una carta del Santo Padre, quien se complac�a en agradecer a las estimadas Hermanas de San Jos� de Chamb�ry la obra de misericordia que ejercitaban con tanta comprensi�n cristiana.

Sor Mar�a relata c�mo todo empez� en septiembre de 1943, cuando entre tantas dificultades, llegaron a la porter�a hombres, mujeres y ni�os jud�os que buscaban refugio en el instituto religioso. Entre las mujeres jud�as recuerda con afecto a Lia Levi (hoy una figura representativa de la comunidad jud�a de Roma), la se�ora Ravenna, esposa de un rabino, la se�ora Calderoni y tantas otras. Con ingenio y discreci�n se acomodaba a todos del mejor modo posible. De hecho, para evitar sospechas, los ni�os recib�an los documentos necesarios para pasar como alumnos que recib�an sus clases normales.

Las monjas se encontraban en peligro constante, ya que la Villa Coen, hoy sede del Colegio Mexicano, era la sede del comando de las SS. El convento se encontraba en el n�mero 260 de la calle del Casaletto, y la Villa Coen, en el n�mero 314 de la misma calle. Adem�s, los alemanes a menudo acud�an al convento para pedir usar la cocina, una sala con piano para sus fiestas, o ped�an vajilla y vasos para sus reuniones. Un capit�n, de nombre Segismundo, iba muchas veces a la iglesia para tocar el armonio. Una vez tom� en brazos a Rosannina, una ni�a jud�a, por la que tem�amos ya que todav�a no estaba en edad escolar.

�Para evitar que descubriesen la identidad de nuestros hu�spedes --explica sor Mar�a-- cada vez que se acercaban los alemanes, la hermana Anastasia Palombi, la eficaz portera, avisaba a todos con los consabidos gestos. Luego se escuchaba un temeroso "r�pido, r�pido". Las mujeres se transformaban en hermanas enfermas en cama o en empleadas de la cocina. Muchas se pon�an un delantal y una pa�oleta haciendo como que trabajaban en el huerto. Estas escenas de terror colectivo se repet�an tambi�n cuando la hermana Ana Mar�a nos advert�a de las patrullas que andaban buscando a jud�os y desertores. Ella nos comunicaba por tel�fono "los hermanos de sor Guillermina (alemana) se encuentran cerca"�.

Una vez acabada la guerra, algunos de nuestros hu�spedes jud�os han seguido viniendo para visitarnos. El 15 de noviembre de 1996, Roberto Calderoni, uno de los ni�os refugiados de entonces, se present� con dos representantes de la comunidad jud�a de Roma, quienes nos entregaron un hermos�simo testimonio en recuerdo de la hospitalidad de aquellos d�as lejanos. En este certificado est� escrito: �Quien salva una vida es como si hubiese salvado el mundo entero�, firmado por �la Comisi�n Jud�a de Roma a las Hermanas de San Jos� del Casaletto, recordando a quienes con riesgo de la propia vida se prodigaron en salvar a los jud�os de las atrocidades nazifascistas�.


ROMA, 20 diciembre 2002 (www.ZENIT.org).-ZE980318-2

Hasta este jueves, pocos conoc�an la heroica historia de la madre Maria Xavier Marteau, religiosa de la Orden de las Ursulinas, que estuvo en Roma en los a�os de la ocupaci�n nazi (1943-1944) en la Casa generalicia de su congregaci�n.

La hermana Lignone Colette, Superiora general de las Ursulinas de la Uni�n Romana, recibi� el jueves el reconocimiento �Justo entre las Naciones� asignado a la memoria de Maria Xavier Marteau (1870-1962).

Se trata del mayor reconocimiento otorgado por el Estado de Israel a ciudadanos no jud�os. Se entrega a quienes, arriesgando la propia vida y sin recibir nada a cambio, salvaron a uno o a m�s jud�os de la persecuci�n.

El Instituto �Yad Vashem�, despu�s de haber realizado las debidas investigaciones hist�ricas y recogido testimonios, ha sacado a la luz que durante los a�os de la Segunda Guerra Mundial, la hermana Maria Marteau, entonces secretaria general de la Congregaci�n, abri� las puertas del convento de Via Nomentana dando refugio a 103 jud�os.

En octubre de 1943 la comunidad religiosa recibi� un certificado firmado por el secretario de estado de P�o XII, el cardenal Maglione, seg�n el cual la casa depend�a directamente de la Santa Sede y, por consiguiente, no pod�a ser registrada. Ello impidi� que los alemanes descubrieran a los refugiados en el convento.

Los actos de hero�smo de la religiosa fueron relatados por dos jud�as, Maria Luisa della Seta �se�ora de Fornari� y su hermana Marcella Della Seta �se�ora de Deutch--, quienes en aquel per�odo fueron escondidas, protegidas y salvadas precisamente en el convento de las Ursulinas.

Escribi� Maria Luisa della Seta al �Yad Vashem�: �La madre Maria Xavier fue nuestra protectora. El convento donde viv�a se encuentra en Via Nomentana. Se ocup� de mi hermana y de m� sin reparar en gastos, sin tener en cuenta las circunstancias hist�ricas, ayud�ndonos a cualquier hora del d�a o de la noche�.

�Cuando desesper�bamos por dar con un lugar donde escondernos �contin�a--, llamamos a la puerta del convento y la madre Maria Xavier nos acogi� ofreci�ndonos un refugio y haciendo todo lo posible para encontrar un escondite seguro tambi�n para nuestros familiares, quienes de hecho fueron escondidos en una cl�nica�.

�Maria Xaviera se las ingeni� asimismo para encontrar m�s lugares donde ocultar a otros jud�os y para facilitar nuevas tarjetas de identidad. Nos dio el valor de luchar por nuestra supervivencia y nos anim� con el hecho de que est�bamos entre amigos�, recuerda.

La tarea de las religiosas ursulinas hab�a comenzado mucho antes de la ocupaci�n nazi de Roma. A partir del 22 de agosto de 1940, d�a en que la Gestapo inici� la persecuci�n de los refugiados polacos dondequiera que se encontraran, las ursulinas de Via Nomentana acogieron a los perseguidos.

De la documentaci�n se desprende que la madre Maria Stanislas Polotynska distribu�a ayudas a los refugiados con el dinero que hab�a recibido del Santo Padre. El n�mero de polacos relacionado con la comunidad en aquella �poca era significativo.

Por estas actividades, desde finales de 1941 la casa generalicia de las Ursulinas se puso bajo estricta vigilancia por las autoridades fascistas. A pesar de ello, la acogida en el convento se intensific� desde septiembre de 1943, cuando la amenaza de exterminio de los jud�os se hizo expl�cita.

En el libro de registro de entradas y salidas de la comunidad se lee que Maria Siele se escondi� en el convento en abril de 1943. Lucia y Gisella Endelli (Hendel) en septiembre del mismo a�o.

La hermana Maria Magdalena Bellasis relata as� la llegada de �stas: �Una joven muchacha jud�a, cuyos padres hab�an sido deportados a Alemania, vino y nos pidi� que la acogi�ramos junto a su hermana de ocho a�os. Hab�an huido de Croacia y llegaron a Italia como pudieron. La ni�a iba vestida de chaval y la llevaba una se�ora que ten�a el nombre del hijo peque�o registrado en el pasaporte�.

Maria Luisa y Marcella Della Seta fueron acogidas por las ursulinas el 29 de septiembre de 1943; el 15 de diciembre, se hizo lo mismo con otros quince miembros de la familia. El 3 de diciembre de 1943 llega la familia Frassoni-Andreani, la madre, Francesca, Marcello y Andrea. Los padres del se�or Frassoni llegaron el 6 de diciembre.

La familia Naldi (Anticoli), formada por Paola y su madre, llegaron el 22 de enero de 1944. Raja Garosci es recibida por las ursulinas el 2 de febrero. Franca Pontecorvo, su hija mayor y su ni�o de tres meses, Giuseppe, se escondieron all� el 3 de marzo de ese a�o. Al final, m�s de un centenar de jud�os consiguieron refugio en las ursulinas de Via Nomentana.

Era tan conocida la obra de asistencia a los perseguidos que en diciembre de 1943 el Santo Padre hizo llegar a Maria Xavier �a trav�s de monse�or Riberi, encargado de ayudas a las v�ctimas civiles de la guerra� la suma de 10.000 liras.

Para recordar c�mo el �rbol de la vida continu� viviendo en medio de tanta barbarie, el Fondo Nacional Hebraico plantar� un olivo en el jard�n de la casa generalicia de las ursulinas en Via Nomentana.

Bajo el olivo, se pondr� una piedra con la inscripci�n del salmo de David (85, 11): �Amor y Verdad se encuentran. Justicia y Paz se besan�.
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LIDER JUDIO ITALIANO APOYA EL "SILENCIO" DE PIO XII

�Mis padres se salvaron al encontrar refugio en un convento�

ROMA, 24 mar 98 (ZENIT).- �Creo que P�o XII s�lo pod�a actuar de la manera en que lo hizo. Sab�a que si hubiera tomado una posici�n oficial contra Hitler las persecuciones se dirigir�an tambi�n contra los cat�licos�. Estas han sido las declaraciones de Massimo Caviglia, director de la revista �Shalom�, el mensual m�s difundido y autorizado de la comunidad hebrea italiana.

Seg�n Caviglia, quien es tambi�n un famoso caricaturista sat�rico, el aut�ntico esp�ritu del Papa Pacelli (P�o XII) est� comprobado por el hecho de que, �en privado, ayud� a los hebreos, d�ndoles asilo en las estructuras eclesi�sticas. Mis padres se salvaron al encontrar refugio en un convento�.El representante hebreo da una opini�n favorable del documento vaticano el Holocausto jud�o: �Supone un paso adelante�.

La comunidad jud�a de Roma es la m�s antigua del mundo. Los territorios pontificios siempre acogieron a los jud�os y, aunque en algunos momentos no faltaron incomprensiones que dieron origen al �gueto jud�o�, en todo momento pudieron ejercer sus actividades religiosas, sociales y comerciales.

ZE980324-3


HEROES OLVIDADOS DE LA SALVACION DE JUDIOS DEL HOLOCAUSTO
El libro �La banalidad del bien� recoge el incre�ble testimonio de Giorgio Pierlasca

MADRID, 29 mar 98 (ZENIT).- Gracias a Steven Spielberg, la labor de un empresario alem�n cat�lico que salv� a cientos de jud�os en la Alemania nazi ha resucitado la memoria de una �poca que muchos quisieran olvidar. Pero si Oskar Schindler ha pasado a los anales de la historia, justamente deber�a ofrecer un merecido homenaje a otros muchos olvidados, que arriesgaron su vida en la misma empresa, con un arrojo y una valent�a dignos de convertirse en leyenda.

La historia del llamado �Holocausto� est� llena de sombras, pero tambi�n de grandes luces. Junto a Schindler, resplandecen otros nombres con luz propia: los de un grupo de diplom�ticos voluntarios que, en la lejana Budapest, lucharon denodadamente por salvar a miles de jud�os de la deportaci�n y de la muerte.

Se trata del primer secretario de la embajada sueca, Ra�l Wallemberg (que desapareci� misteriosamente con la llegada de los rusos, y sobre el que los sovi�ticos nunca dieron explicaciones); del nuncio apost�lico Angelo Rotta; del vicec�nsul de Suiza Karl Lutz, del encargado de negocios espa�ol �ngel Sanz-Briz; del encargado de negocios portugu�s conde de Pongrac; del delgado de la Cruz Roja sueca Valdemar Langlet; y un audaz impostor italiano, Giorgio Perlasca, tratante de ganado y fingido diplom�tico espa�ol, que durante los 45 angustiosos d�as que dur� la rendici�n de Hungr�a protegi� a miles de personas en las casas de la Legaci�n Espa�ola.Precisamente, este quijotesco personaje, que arriesg� su propia vida sin atender m�s que a su conciencia, es el centro de la historia que narra en el libro �La banalidad del bien� (Editorial Herder). �La ocasi�n hace del hombre un ladr�n..., de m� hizo otra cosa�, afirm� siempre Perlasca, sin gloriarse jam�s personalmente de su acci�n, con esa t�pica sabidur�a, mezclada con la mesura y sentido del humor propios de los grandes.

El t�tulo del libro se inspira en una obra de Hannah Arendt, �La banalidad del mal�, escrito con motivo del juicio, en Jerusal�n, del ex nazi Eichmann, el ejecutor de la tr�gica �Soluci�n final de la cuesti�n jud�a�. El autor, bas�ndose en conversaciones personales con Perlasca y en su diario de aquellos d�as, en numerosa documentaci�n, que los historiadores jud�os han ido reuniendo sobre el Holocausto, y en los testimonios de los supervivientes, reconstruye lo que constituy� la acci�n heroica de los diplom�ticos de las potencias neutrales para salvar a gran parte de la comunidad hebrea de Budapest.

Asimismo, testifica la labor que el gobierno de Espa�a realiz� a favor de los jud�os, en Hungr�a y en otros lugares, mediante la concesi�n de salvoconductos espa�oles a jud�os, con la excusa de la ley, dictada en 1924 por Miguel Primo de Rivera, por la que se conced�a a los jud�os sefard�es el derecho de ciudadan�a espa�ola. No hab�a m�s que unos 200 sefard�es en Hungr�a... pero la Legaci�n Espa�ola salv� a m�s de 5 mil, am�n de colocar banderas espa�olas en otras casas y hospitales para protegerlos. Otros datos que se ofrecen en el libro son altamente reveladores: unos 28 mil jud�os cruzaron los Pirineos durante la guerra, acogidos por las autoridades espa�olas. Seg�n los historiadores, Espa�a salv� en total entre 30 mil y 60 mil v�ctimas del Holocausto.

Es �ste un libro interesant�simo sobre la oportunidad del bien y el valor del hombre corriente. Da ocasi�n, adem�s, para acercarnos sin prejuicios, como lo hace el autor, a una etapa de la historia que muchos prefieren olvidar... u ocultar.

ZE980329-4


RECONSTRUIDA LA HISTORIA
DE LA RED DE ASISTENCIA VATICANA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 15 julio 2004 (ZENIT.org).-

Los dos vol�menes publicados por el Archivo Secreto Vaticano con el t�tulo �Inter Arma Caritas� han permitido descubrir c�mo estaba organizada la red de asistencia a las v�ctimas de la segunda guerra mundial creada por la Santa Sede Francesca di Giovanni y Giuseppina Roselli, historiadoras y oficiales del Archivo Secreto Vaticano, explican en la introducci�n de esta obra editorial la historia de la Oficina de Informaciones Vaticana (1939-1947), organismo creado por el Papa P�o XII para responder a las numerosas peticiones de personas que no sab�an nada de sus seres queridos. Con la ayuda de este documento, y de la reciente publicaci�n de sus registros en los dos vol�menes, Zenit reconstruye la historia de esta red asistencial. La sede de la Oficina se encontraba en un primer momento dentro de la Secretar�a de Estado, en la Secci�n de Asuntos Ordinarios, en el Patio de San D�maso. Era dirigida por el obispo ruso monse�or Alexander Evreinoff, asistido por un secretario, el sacerdote Emilio Rossi. Al inicio contaba con dos empleados y las peticiones de noticias sobre personas desaparecidas no superaban las sesenta al d�a. Los principales interlocutores, en contacto continuo con la Oficina, eran los representantes pontificios en los diferentes pa�ses --nuncios, delegados apost�licos, vicarios-- que en sus sedes hab�an organizado oficinas de informaci�n, siguiendo el modelo a la creada en el Vaticano. Estas oficinas recib�an los m�dulos enviados por la Santa Sede y enviaban diariamente, a trav�s de un mensajero, las respuestas y peticiones en formularios impresos con el escudo de la representaci�n pontificia. Adem�s, durante las peri�dicas visitas pastorales a campos de concentraci�n, hospitales, etc., los mismos representantes del Papa, a dem�s de responder a las necesidades espirituales y de ofrecer consuelo, distribu�an entre los prisioneros correo y ayudas --libros, medicinas, alimentos, vestidos, tabaco, instrumentos musicales, etc--.

La actividad de la Oficina de Informaciones Vaticana experiment� un cambio importante con el avance alem�n en los Pa�ses Bajos, B�lgica y Francia, a partir de la primavera de 1940, y con la entrada de Italia en la guerra, el 10 de junio. El n�mero de peticiones de informaci�n se elev� a centenares al d�a, de modo que la oficina tuvo que aumentar el personal, pasando de dos a diecis�is personas. Dadas las dificultades para comunicar con las poblaciones de los pa�ses ocupados, surgi� la idea de utilizar la colaboraci�n de �Radio Vaticano�. Los llamamientos radiof�nicos para pedir u ofrecer informaciones o respuestas de refugiados o personas desaparecidas comenzaron el 20 de junio de 1940. En 1944, �Radio Vaticano� lleg� a transmitir 63 programas semanales dedicados exclusivamente a ofrecer este tipo de informaciones, lanzando 27.000 mensajes al mes.

La radio pontificia transmit�a, en d�as y horarios establecidos, listas con los nombres de los prisioneros --civiles o militares-- y de los desaparecidos o refugiados, con noticias y mensajes captados por las nunciaturas, las delegaciones pontificias, y las curias diocesanas, que trataban despu�s de transmitir a las familias. Para agilizar y aumentar los mensajes se pronunciaban n�meros convencionales en sustituci�n de frases. Por ejemplo, el n�mero 3 significaba �estoy bien�, el n�mero 11 quer�a decir �espero vuestras noticias�, el n�mero 13 �mi direcci�n es la siguiente�.

A inicios de 1941, al extenderse la guerra, aumentaron las peticiones dirigidas a la Oficina de Informaciones Vaticana (unas dos mil al d�a). Los empleados aumentaron hasta cien, ogligando a cambiar de lugar a las oficinas. El 1 de abril de 1941 la Oficina se transfiri� al Palacio de San Carlos dentro del territorio vaticano. La nueva sede se dividi� en dos partes. Una se destin� al trabajo interno y la otra a la acogida de centenares de personas que acud�an a estos locales para pedir informaciones de sus seres queridos y rellenar los formularios. Eran, sin embargo, mucho m�s numerosas las peticiones que llegaban por correo. Por cada carta, se rellenaba una ficha a la que se le daba un n�mero de protocolo. La oficina acog�a estas peticiones sin distinci�n de raza, religi�n, nacionalidad, o estado social. Los registros creados por las diferentes secciones de la Oficina de Informaciones, divididos por miles, se depositaban al final del d�a en cajas de madera. Este fichero de la Oficina se actualizaba cotidianamente. Para poder realizar este inmenso trabajo se pidi� ayuda a voluntarios de la Acci�n Cat�lica y a numerosas religiosas presentes en Roma pertenecientes a decenas de congregaciones religiosas. Transmitidas estas peticiones a las diferentes representaciones pontificias en el mundo, los formularios respondidos eran recogidos por la secci�n de respuestas, encargada de la actualizaci�n de cada una de las fichas y de la transmisi�n de las noticias a las familias.

Cada semana, el sustituto de la Secretar�a de Estado, monse�or Giovanni Battista Montini --futuro Pablo VI-- convocaba una reuni�n en la que participaban el obispo Evreinoff, el padre Rossi, monse�or Angelo Baragel en representaci�n de �Radio Vaticano�, junto a otros obispos y monse�ores de la Curia romana. Los verbales de estas reuniones eran despu�s presentados al Papa P�o XII para su aprobaci�n.

La secci�n alemana de la Oficina ten�a entre sus funciones atender a los ciudadanos jud�os residentes en los territorios ocupados y controlados por Alemania. La correspondencia dirigida a alemanes y eslavos de religi�n jud�a era con frecuencia bloqueada o rechazada por la censura alemana. De los jud�os de Eslovaquia a Croacia se ocupaba la Obra de San Rafael, dirigida por el padre Anton Weber en la iglesia de los Padres Pallottinos en Roma. En la segunda mitad de 1942, para promover la divulgaci�n de estas noticias, la Oficina de Informaciones cre� la revista mensual �Ecclesia�, cuyo creador y director fue monse�or Montini. Se convirti� en el �rgano informativo impreso de la Oficina vaticana de septiembre de 1942 hasta diciembre de 1945. En 1943, la Oficina alcanz� el momento de su m�xima actividad, con decenas de miles de peticiones cotidianas. En ese per�odo, llegaron a trabajar seiscientas personas. La Oficina de Informaciones Vaticana cerr� sus actividades el 31 de octubre de 1947.

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Ayuda de P�o XII a los jud�os en Eslovaquia
Entrevista con autor del libro que los documenta, monse�or Walter Brandmuller
7 septiembre 2004 (ZENIT.org)

La intervenci�n de la Santa Sede para impedir la persecuci�n de los jud�os en Eslovaquia durante la segunda guerra mundial es una de las constataciones que ofrece un volumen de monse�or Walter Brandmuller, presidente del Consejo Pontificio de Ciencias Hist�ricas, seg�n explica a Zenit su autor.

Bajo el t�tulo �L'olocausto nella Slovacchia e la Chiesa Cattolica� (�El holocausto en Eslovaquia y la Iglesia cat�lica�), el pasado julio la Librer�a Editorial Vaticana public� la traducci�n italiana del libro de monse�or Brandmuller.

En �l se analiza, a trav�s de una minuciosa investigaci�n hist�rica y de la aportaci�n de documentos in�ditos --tanto en su idioma original como en su traducci�n al italiano--, la postura de la Iglesia cat�lica y de la Santa Sede frente a la persecuci�n llevada a cabo contra los jud�os en Eslovaquia durante la segunda guerra mundial.

--En su libro se narra la historia de Eslovaquia en un per�odo hist�rico que va de 1939 a 1945, analizando c�mo la Iglesia intervino para salvar a los jud�os perseguidos por los nazis. �Puede explicarnos la conclusi�n a la que ha llegado su investigaci�n?

--Monse�or Brandmuller: En mi libro intento, sobre todo, con la necesaria brevedad, describir la situaci�n pol�tica, social y religiosa de Eslovaquia entre 1939 y 1945, y tratar a la vez tambi�n acerca de las famosas medidas de persecuci�n de los jud�os. Al hablar despu�s de la reacci�n de la Iglesia cat�lica, hago una distinci�n entre la de la Iglesia en Eslovaquia y el Papa, esto es, la Santa Sede.

Por lo que respecta a la reacci�n de los obispos, del clero y de los fieles eslovacos, es interesante observar que estuviera por un lado presente un encendido malhumor hacia la influencia --percibida como excesiva-- de la parte jud�a de la poblaci�n sobre la vida econ�mica de Eslovaquia; y c�mo, por otro lado, se dio la vuelta a esta atm�sfera a favor de los jud�os en cuanto fueron introducidas las medidas persecutorias.

Claramente aqu� se debe hacer una distinci�n tambi�n entre la amplia poblaci�n cat�lica y el �mbito num�ricamente reducido de los nacionalistas-nacionalsocialistas. Los �ltimos estaban de parte de los nacionalsocialistas alemanes.

--�Cu�les son las novedades en el terreno hist�rico contenidas en el libro?

--Monse�or Brandmuller: Nuevamente en este libro est� el hecho, por ejemplo, de que por primera vez se presentan, bajo forma de traducci�n y de documentos originales, los textos de los comunicados de los obispos eslovacos. Adem�s ha sido posible analizar las recopilaciones de documentos del Archivo de la Congregaci�n para las cuestiones eclesiales extraordinarias a�n no disponibles para la publicaci�n. Tambi�n las �Actes et Documents du Saint-Si�ge relatifs � la Seconde Guerre Mondiale�, ya publicadas en 1970-1981, han sido empleadas por primera vez.

De estas fuentes surge, entre otros puntos, una valoraci�n muy diferenciada del papel que el presidente de la Rep�blica eslovaca, Josef Tiso, un sacerdote cat�lico, desempe�� en este contexto.

--�Cu�l fue la pol�tica que el Pont�fice P�o XII y la Santa Sede adoptaron frente a los perseguidos y en qu� modo intervinieron para salvar a los jud�os?

--Monse�or Brandmuller: La pol�tica de la Santa Sede --o bien del Papa P�o XII-- consisti� en influir en el gobierno eslovaco, a trav�s de las v�as diplom�ticas, a fin de impedir la persecuci�n de los jud�os, y en particular para impedir las deportaciones a los campos de exterminio polacos. En esto la diplomacia vaticana desempe��, bajo el cardenal secretario de Estado Maglio y despu�s de su muerte --ocurrida en 1944-- bajo monse�or Tadini, un papel excelente.

--�Cu�les son los objetivos que estima lograr con la publicaci�n y difusi�n de este libro?

--Monse�or Brandmuller: Una atenta e imparcial lectura del libro ha podido hacer entender c�mo la interpretaci�n adecuada de las fuentes deja aparecer en una justa luz la contribuci�n de P�o XII y de la diplomacia vaticana en el salvamento de los jud�os, contra todas las acusaciones y sospechas que ha habido.

La gratitud y el reconocimiento por la ayuda brindada a los jud�os, que fueron tributados a P�o XII por parte jud�a tanto cuando estaba vivo como despu�s de haber fallecido, estaban por lo tanto bien motivados. S�lo el �Vicario� de Rolf Hochhuth ha volcado en su contra la que hasta entonces hab�a sido la opini�n positiva de la gente. Habr�a que preguntar: �por qu�?
ZS04090704


Entrevista al profesor Alessandro Duce, autor de libro italiano �La Santa Sede y la cuesti�n jud�a (1933-1945)�
edit. Studium

El profesor Duce, profesor extraordinario de Historia de las Relaciones Internacionales en las Facultades de Ciencias Pol�ticas y de Jurisprudencia de la Universidad de Parma.

Su libro es una reconstrucci�n detallada de la obra diplom�tica y humanitaria desarrollada por la Santa Sede frente a las persecuciones sufridas por las poblaciones jud�as a partir de la subida al poder en Alemania de Adolf Hitler hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

El profesor Duce fue entrevistado por Zenit
-16 noviembre 2006

El libro del profesor Duce se distingue por la amplitud de las fuentes diplom�ticas vaticanas e internacionales usadas y consultadas. Gracias a los archivos vaticanos relativos a la actividad de la Santa Sede en los a�os treinta, y a las poco conocidas fuentes diplom�ticas italianas, el autor ha sido capaz de reconstruir momentos cruciales de las relaciones alemano-vaticanas, desvelando in�ditas situaciones de fondo.

Se conocen, por ejemplo, las innumerables iniciativas relativas a la cuesti�n jud�a, emprendidas por la diplomacia vaticana y por los pont�fices en los diversos pa�ses europeos. En particular, han salido a la luz los esfuerzos vaticanos para facilitar la emigraci�n de los jud�os europeos al continente americano y la acci�n de la Santa Sede para oponerse a la emanaci�n de legislaciones antijud�as en Europa centroriental.

--Ha necesitado cinco a�os de investigaci�n en los Archivos para escribir este libro. �Cu�les son las razones que le han impulsado a profundizar en las relaciones entre la Santa Sede y la cuesti�n jud�a?

--Duce: De un examen de los numerosos escritos existentes y de los Archivos disponibles, llegue a una convicci�n: no hab�a una trabajo sistem�tico e integral que examinara la actuaci�n de la Santa Sede y de sus estructuras diplom�ticas en todo el arco temporal (1933-1945) y geogr�fico en el que se manifest� la violencia nazi y antijud�a. He tratado de colmar este vac�o; no me corresponde a m� decir si lo he logrado.

--�Cu�les son las conclusiones de su investigaci�n? �C�mo fueron las relaciones con los jud�os de los papas P�o XI y P�o XII? �C�mo se comportaron frente a las leyes raciales y las persecuciones del pueblo jud�o?

--Duce: Durante los a�os de la persecuci�n las relaciones entre los v�rtices de las comunidades jud�as y el Vaticano se hacen cada vez m�s frecuentes e intensas. Los dos pont�fices del periodo no pueden ser acusados de indiferencia, de instigaci�n, de complicidad con los perseguidores.

--En un art�culo publicado el 26 de octubre por �Corriere de la Sera� se afirma que su libro sostiene la tesis de un Papa P�o XII �dubitativo, aislado� incluso inm�vil, �incapaz de tutelar ni a los creyentes ni a los religiosos de la persecuci�n y del martirio�. �Es este el resultado de sus investigaciones?

--Duce: La observaci�n del periodista es precisa y pertinente en sustancia; pero necesita interpretaci�n, es decir una lectura espec�fica, situada en el contexto de los acontecimientos. La imposibilidad de P�o XII de tutelar de la violencia nacionalsocialista a los mismos creyentes y al clero debe hacer reflexionar: �Se puede pretender de quien no tiene la fuerza de tutelar �el propio reba�o� que salve el de los �vecinos�? El contexto del periodo es el de una doble persecuci�n: anticat�lica (en general antirreligiosa) y antijud�a. Creo que es in�til precisar que la segunda es mucho m�s violenta y cruel que la primera.

--Con motivo de la presentaci�n de su libro en Roma, se han elevado algunas voces para detener el proceso de beatificaci�n de P�o XII. �Cu�l es su opini�n al respecto?

--Duce: Mi investigaci�n no ten�a el objetivo de influir sobre el proceso de beatificaci�n de P�o XII. Debo confesar que yo mismo no conozco los t�rminos precisos de este procedimiento, ni en qu� punto est� hoy. He puesto de relieve centenares de documentos (muchos hasta ahora ignorados); no excluyo que algunos de ellos puedan resultar �tiles al trabajo de la Comisi�n encargada de la beatificaci�n. Para m� es ya muy laborioso el trabajo �hist�rico�; no tengo ninguna intenci�n de hacerme cargo tambi�n del de la Comisi�n.

--Al final de su libro hay un cap�tulo titulado �La cruzada de la caridad�. �Puede explicarnos de qu� se trata?

--Duce: La �cruzada de la caridad� es una expresi�n eficaz y feliz usada en varias ocasiones por autorizados representantes vaticanos. Quiere poner de relieve la actividad desarrollada por la Santa Sede durante el conflicto a favor de todos los que sufr�an (b�squeda de desaparecidos, informaciones, ayuda a los detenidos, apoyo a las emigraciones, asistencia econ�mica a las familias, prisioneros, deportados, etc.). Es evidente un esfuerzo enorme y duradero sostenido por las estructuras vaticanas y las nunciaturas que sin embargo no estaban constituidas con estos objetivos. La Iglesia de Roma quiso proporcionar asistencia en todas las direcciones sin distinci�n de religi�n, nacionalidad o estirpe. En aquella multitud de dolientes est�n tambi�n los jud�os.
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